El campanazo salva al fiscal de ser noqueado por el abogado del Chapo

El proceso de El Chapo en un juzgado de Brooklyn es considerado el juicio del siglo y ha despertado un gran interés mediático.

Escrito en MUNDO el

Mina Magall\ón

El juicio contra El Chapo sigue su curso en un juzgado federal en Brooklyn, Nueva York. Los testigos que presenta el fiscal federal siguen relatando bajo protesta de decir verdad como El Chapo hac\ía y deshac\ía a su antojo todo lo necesario para mandar toneladas de drogas a los EEUU. Los testigos describen como El Chapo manejaba el contrabando de drogas mejor y m\ás eficazmente que James Bond, mejor que Superman, y comentaban que ni Harry Potter hubiera podido hacer las magias que El Chapo hac\ía en sus negocios como traficante de drogas.

Uno de los testigos que m\ás ha llamado la atenci\ón fue el Colombiano Jorge Milton Cifuentes quien testific\ó en contra del Chapo.

Cuetes, chispas y serpentinas sal\ían, como si fuera una posada, cuando Cifuentes fue interrogado por el abogado defensor del Chapo. El juez gritaba, el fiscal enfurecido ladraba, y el abogado Gary Lichtman solamente bailaba al son que por d\écadas sabe bailar defendiendo a grandes capos.

Lichtman present\ó al jurado, compuesto por 12 personas comunes y corrientes de Brooklyn, una descripci\ón clara y precisa de quien es en realidad Cifuentes. El abogado sab\ía que muy pocos, si acaso alguno del jurado, confiaba en que las autoridades dijeran la verdad. Buscaba establecer una sombra, una peque\ña duda en la mente de uno de los 12 individuos que forman el jurado, lo que ser\ía suficiente para que El Chapo saliera libre, d\ándole al abogado gran fama. Seg\ún Lichtman su trabajo no es el demostrar la inocencia de sus clientes, sino, m\ás bien, "intentar el impedir que el fiscal demuestre sin duda alguna su culpabilidad."

El trabajo de la defensa consisti\ó en encontrar, como dijo Lichtman, "la aguja en el pajar." Cuanto m\ás miserable y rufi\án pueda exhibirse al testigo del fiscal ante los ojos del jurado, mejor para la defensa. As\í fue como Lichtman trat\ó de desprestigiar al m\áximo a Cifuentes quien vendi\ó coca\ína colombiana a El Chapo durante d\écadas. Cifuentes fue interrogado por Lichtman de la siguiente manera: "Sr. Cifuentes\u2026 ha estado cometiendo cr\ímenes desde que era un ni\ño; ha estado mintiendo desde que era un ni\ño. \¿No es as\í?" A lo que el testigo contest\ó: "S\í, es correcto licenciado."

De esa manera se establecieron las reglas de la pelea. Lichtman lanzaba unos golpes al estilo El Canelo, la mayor\ía de los cuales Cifuentes pudo esquivar. Cuando el abogado le pregunt\ó a Cifuentes si hab\ía secuestrado a su propia abuela, Cifuentes se encogi\ó de hombros y respondi\ó que s\í, que todo eso hab\ía sucedido y que hasta en las mejores familias pasaba. Cuando Lichtman comenz\ó a golpear al testigo con preguntas sobre sus declaraciones de impuestos, Cifuentes se burl\ó de las preguntas por ser tan insignificantes y levanta su mano derecha manifestando con burla ir\ónica: "Culpable." Ambos estaban demostrando sus habilidades a la ofensiva y a la defensiva en el cuadril\átero.

Pero poco a poco Lichtman fue ganando terreno para que el jurado escuchara qui\én era en realidad el testigo que presentaba la fiscal\ía contra El Chapo. Un gancho al h\ígado que casi noquea a Cifuentes fue cuando Lichtman cuenta que, en la d\écada de 1990, Cifuentes mandaba a EEUU alrededor de $ 100 millones de d\ólares de coca\ína al mes, con la asistencia del Chapo y c\ómo fue que su querido socio Humberto Ojeda fue muerto a tiros aparentemente porque Ojeda ten\ía el valor de construir una mansi\ón que era m\ás grande que la del Chapo. Sin embargo, Cifuentes continu\ó haciendo negocios con el Cartel de Sinaloa. Lichtman aprovecha la coyuntura y le pregunta a Cifuentes c\ómo fue que segu\ía haciendo negocios con el hombre que mand\ó matar a su socio a quien consideraba como su hermano, y aun as\í segu\ía haciendo negocios con \él. A lo que Cifuentes contest\ó: "Correcto, se\ñor Licenciado." Al preguntarle por qu\é segu\ía haciendo negocios con El Chapo, Cifuentes simplemente contest\ó: "!Debido a mi ambici\ón!".

Lichtman pudo haber logrado vencer a Cifuentes en el cuadril\átero en ese momento, pero el colombiano fue salvado por la campana. Eran las 4:30 de la tarde, final del d\ía y el juzgado cerraba terminando el round de un gran combate. Cuando el interrogatorio se reanudo unos d\ías despu\és, el fiscal ya hab\ía preparado a Cifuentes de c\ómo deb\ía de contestar a Lichtman y ya no hubo manera de darle ning\ún golpe. La pelea fue simple y pareja. La emoci\ón se hab\ía esfumado.

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