Bajo el lema de “#wirsindmehr” (nosotros somos más), 20 mil personas asistieron a un concierto-protesta en Chemnitz, en el sur de Sajonia, para demostrar que no solamente la extrema derecha toma las calles en esa ciudad del este de la República Federal Alemana.
Fue la más grande de las concentraciones celebradas hasta ahora en Chemnitz, desde que el último fin de semana de agosto un ciudadano germano-cubano fue asesinado presuntamente por dos refugiados, un iraquí y un sirio durante una pelea en la calle.
Desde entonces, se han repetido manifestaciones con miles de personas de la esfera de extrema derecha, movidas por la organización cercana a la escena neonazi Pro Chemnitz, y al partido político Alternativa por Alemania (AfD), populista de derecha.
Ese partido es ya la tercera fuerza política en el Parlamento alemán y el principal partido de oposición en ese cuerpo legislativo. Hace dos días, el sábado, AfD y Pro Chemnitz reunieron a cuatro mil 500 personas en una marcha en silencio en recuerdo del asesinado Daniel H.
Ambos grupos de extrema derecha son acusados de instrumentalizar esta y otras víctimas alemanas aprovechando la situación de depresión económica en la zona. Además, en el estado de Sajonia habrá elecciones parlamentarias en 2019 y esta le abre una oportunidad a la extrema derecha para ganar electores.
Los argumentos de la derecha son el aumento de la criminalidad en las calles alemanas y la no integración de los inmigrantes.
Después de un minuto de silencio en recuerdo de Daniel H., el concierto de este lunes, gratuito y financiado con dinero público, reunió a grupos de rock y punk alemanes de referencia: Trettmann, Feine Sahne Fischfilet, K.I.Z., Kraftklub, Nura/Marteria und Casper y, las estrellas del cartel, los míticos Toten Hosen.
“Con la música queremos despertar emociones positivas”, expusieron en la rueda de prensa previa.
En sus intervenciones, los cantantes recordaron que comparten la sensación de soledad, aislamiento y desesperación que sienten muchos de los habitantes en Chemnitz, una ciudad con desempleo alto y que la República Democrática Alemana (RDA), en los tiempos de la Guerra Fría, fue un importante centro industrial.
Se llamaba entonces la ciudad Karl-Marx. De eso sólo quedan ahora edificios industriales abandonados y el busto del filósofo alemán en el centro.
En el concierto de Chemnitz, sus organizadores insistieron en el error de las instituciones europeas de no haber sido capaces de transmitir a la ciudadanía que vivimos en una realidad en la cual los refugiados deben ser parte de ella.
En decir a los ciudadanos que miles de personas mueren diariamente en el Mediterráneo y que lo que se necesita es solidaridad.
Estos días también se supo que uno de los sospechosos del crimen debería haber sido deportado hace seis meses hacia Bulgaria, donde se registró por primera vez al llegar a la Unión Europea (UE). Pero las autoridades alemanas fallaron y no lo hicieron.
Entre los músicos, algunos, como Feine Sahne Fischfilet, vinieron desde Mecklenburg Pomerania del Norte, otra de las regiones con más tasa de desempleo y de expresiones de tendencia neonazi y donde hace una semana, un refugiado sirio fue atacado con una cadena de hierro por alemanes.
Durante el concierto se pidió a los políticos en el gobierno que hicieran sus tareas.
También hubo demandas de que se considerara a los gobernantes co-responsables del auge de la extrema derecha que se está viviendo en algunas regiones de Alemania. “¡Alerta antifascista!” se oyó gritar a coro por los miles de personas en Chemnitz.
La policía comunicó este día también que no se autorizó una manifestación de la extrema derecha de Turingia, que tiene el nombre de Turgida. Ese movimiento había solicitado realizar la manifestación utilizando parcialmente la zona donde este concierto antifascista se había programado.
Centenares de policías venidos de diferentes regiones de Alemania se encuentran en la ciudad para reforzar la seguridad. Uno de los objetivos básicos es evitar enfrentamientos entre radicales antifascistas y de extrema derecha.