El Papa Francisco urgió a denunciar los casos de abuso sexual perpetrados con clérigos en la Iglesia e identificó el origen de este flagelo en el autoritarismo, producto del persistente elitismo entre los clérigos.
“El elitismo, el clericalismo, favorecen toda forma de abuso. El abuso sexual no es el primero. El primero es el abuso de poder y de conciencia”, dijo en un encuentro con miembros de la Compañía de Jesús, con quienes se reunió en su reciente visita apostólica a Irlanda.
Aunque el diálogo privado tuvo lugar el 25 de agosto pasado, su contenido fue apenas publicado este jueves por la revista italiana de los jesuitas, “La Civiltá Cattolica”. En la conversación, el pontífice urgió a ser valientes y denunciar los abusos que eventualmente se conozcan.
Entre otras cosas, sostuvo que los abusos sexuales son consecuencia de otros tipos de abuso: de poder y de conciencia. Entonces constató que el abuso de poder en la Iglesia “existe” y se cuestionó: “¿Quién entre nosotros no conoce un obispo autoritario?”.
“Siempre en la Iglesia existieron los superiores religiosos y obispos autoritarios. A veces se confunde el envío en misión con autoridad moral y decisión con el autoritarismo, pero las dos cosas son distintas. Hay que vencer el autoritarismo y redescubrir la obediencia del envío a la misión”, siguió.
La reunión con el grupo de 63 jesuitas la tarde del sábado 25 de agosto inició unos 20 minutos después de la hora programada y el mismo Jorge Mario Bergoglio reconoció que su retraso se debió al encuentro que sostuvo antes con ocho sobrevivientes de abusos en la Iglesia.
Reconoció que desconocía los detalles de muchas historias de injusticia y de violencia, incluso confesó que no lograba creer diversos relatos que conoció y estaban bien documentados pero que, al conocerlos, quedó “profundamente conmovido”.
Por eso pidió a los sacerdotes ayudar a la Iglesia en Irlanda a “terminar de una vez con esta historia” y eso, explicó, no significa simplemente dar vuelta la página sino buscar remedio, reparación, todo aquello que es necesario para curar las heridas y dar nueva vida a tanta gente.
“Esa es una misión especial para ustedes: hacer limpieza, cambiar las conciencias, no tener miedo a llamar las cosas por su nombre”, insistió.