El líder de Corea del Norte, Kim Jong Un, y el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, se dieron la mano y sonrieron cautelosamente al inicio de su histórica cumbre en Singapur el martes, donde buscarán maneras de poner fin a una disputa sobre el programa nuclear de Pyongyang.
“Encantado de conocerlo, señor presidente”, dijo Kim momentos después mientras estaba sentado junto a Trump, frente a una serie de banderas norcoreanas y estadounidenses, sonriendo ampliamente cuando el mandatario republicano le ofreció un gesto de aprobación.
Con las cámaras de la prensa mundial concentradas en ambos, Trump y Kim ofrecieron una atmósfera inicial de amistad.
“Me siento realmente bien. Vamos a tener una gran discusión y será un gran éxito. Es un honor y tendremos una fantástica relación, no tengo dudas”, expresó Trump.
“No fue fácil llegar aquí (…) Hubo obstáculos, pero los superamos para estar aquí”, respondió Kim.
Trump y Kim tienen fijado celebrar una reunión individual que podría durar alrededor de dos horas, antes de que se les unan otros funcionarios y almuercen juntos.
Si logran concretar un avance diplomático, esto podría traer un cambio duradero en el paisaje de seguridad del noreste de Asia, de una manera similar a cómo la caída del Muro de Berlín en 1989 cambió a Europa.
Trump fue el primero en llegar al Capella Hotel en Sentosa, una isla turística frente al puerto de Singapur con hoteles de lujo, un parque temático de Universal Studios y playas artificiales.
En las horas previas a la cumbre, Trump expresó optimismo sobre las perspectivas de la primera reunión de líderes de ambos países, mientras que el secretario de Estado Mike Pompeo inyectó una cuota de cautela, diciendo que aún hay que ver si Kim es sincero sobre si realmente está disponible para una desnuclearización.