Decenas de miles de camioneros seguían este martes en huelga en Brasil y ocupaban vías rápidas del país, que sigue azotado por el desabastecimiento de combustible y productos, a pesar del anuncio del gobierno de que reducirá el precio del diésel, motivo de la protesta que cumple nueve días.
Al menos 18 estados del país registraron la mañana de este martes paros, entre ellos Sao Paulo y Río de Janeiro, donde de manera paulatina se van restableciendo los servicios públicos de transporte gracias a la escolta de la policía de los camiones que salen de las refinerías hacia las gasolineras.
En Sao Paulo, la mayor ciudad del país con unos 20 millones de personas, el servicio de autobuses municipales funcionaba en un 60 por ciento, mientras en Río De Janeiro pudo ser restablecido el servicio del Autobús de Tránsito Rápido (BRT).
Sin embargo, la huelga se mantiene y sus efectos siguen siendo severos, a pesar de que el gobierno –que forzó a la estatal Petrobras a bajar los precios del diésel, y anunció un corte en los impuestos a este combustible- dijo que podría multar a las empresas que participan en el paro.
Las filas en las gasolineras de las principales ciudades que tienen combustible son kilométricas, con varias horas de espera desde la madrugada para poder abastecer automóviles, motocicletas y camionetas en un país que depende enormemente del transporte privado.
En Río de Janeiro, militares tuvieron que escoltar durante la madrugada a 300 camiones con alimentos frescos para poder suministrar a supermercados y mercados, ya que los precios de algunos alimentos, como la papa o los plátanos, se habían triplicado por causa de la falta de suministro.
La huelga inició el lunes de la semana pasada como protesta de los camioneros para exigir una reducción urgente de los precios del diésel, que aumentó como consecuencia de la apreciación de los precios del petróleo a nivel mundial.
Petrobras, estatal que controla parte de las refinerías y reservas brasileñas de crudo, aplicó desde entonces sucesivas bajadas del precio para satisfacer las demandas de los huelguistas, lo que provocó su hundimiento en la Bolsa de Sao Paulo.
La medida, junto a la eliminación de un impuesto al combustible que debe ser votada esta semana por el Senado de urgencia, satisfizo a los sindicatos, que instaron a la desmovilización, pero unos 250 mil camiones siguen parados en las vías rápidas, un 30 por ciento del total de los que se manifestaron.
La huelga comenzó a pasar factura al Ejecutivo del presidente Michel Temer, hundido en las encuestas de popularidad antes del movimiento con cerca del 6.0 por ciento de aprobación, y que ahora es acusado de debilidad a la hora de dirigir el país hasta diciembre, cuando termina su mandato.
Temer tardó en reaccionar a las manifestaciones y el presidente de Petrobras dijo que no bajaría los precios, pero al final ambos tuvieron que cambiar el rumbo, ante la dependencia de Brasil del sector camionero, que mueve cerca del 60 por ciento de mercancías.