Unos 20.5 millones de electores venezolanos están convocados para los comicios de este domingo, en los que se elegirán un presidente y más de dos mil cargos en los consejos regionales, en unos comicios considerados por otros países como fraudulentos.
Para los venezolanos votar es un derecho que se ejerce voluntariamente, pero la maquinaria del oficialismo cerró filas para impulsar el proyecto de reelección del presidente Nicolás Maduro, por lo que los militantes del gobernante Partido Socialista Unido de Venezuela (PUSV) son sometidos a una campaña sobre la presunta obligatoriedad del sufragio.
Desde la noche del jueves pasado se abrió un espacio de reflexión, al terminar la campaña electoral, a fin de que los electores consideren sus opciones sin el ruido de los mensajes propagandísticos, dominados por los de Maduro.
Para Maduro es clave que haya una amplia participación en los centros de votación, que sumaría a la eventual legitimidad de proceso.
Sin embargo, la principal alianza opositora Mesa de Unidad Democrática (MUD) llamó a boicotear las elecciones y abstenerse para cuestionar esa legitimidad.
La oposición sostiene que el proceso es fraudulentos porque fue convocado por la Asamblea Constituyente, que es dominada por el chavismo y tiene poderes plenipotenciarios, en lugar del Consejo Nacional Electoral (CNE), además que se realizarán más de seis meses antes del fin del mandato de Maduro y que fueron inhabilitados candidatos como Henrique Capriles.
El CNE dispuso de más de 34 mil centros electorales en todo el país, donde los venezolanos acudirán para ejercer el voto que es completamente electrónico.
La boleta electoral, en la que Maduro aparece 10 veces y su oponente Henri Falcón cuatro, se despliega al lado de la máquina, el elector hace su selección y en la pantalla pulsa votar.
La máquina emite una papeleta, que es desprendida por elector y la deposita en la urna. Antes de retirarse, debe firmar un cuaderno donde figura su nombre y finalmente pone su huella.
Otra irregularidad denunciada por la oposición es que se eliminó la tinta indeleble, con la cual se baña el dedo meñique al elector, como un control de haber votado ya que solo desaparece días después.
La presidenta del CNE, Tibisay Lucena, negó que el proceso de voto se vaya a registrar con el llamado carnet de la patria, un documento que emite el gobierno para control de sus seguidores que registra los bonos en metálico que ofrece Maduro.
“Sólo se vota con la cédula de identidad. No hay otro documento”, señaló horas antes de la votación.
Maduro enfrenta una amplia campaña internacional por los llamados de Estados Unidos, la Unión Europea y el Grupo de Lima para que suspendiera las elecciones y las pospusiera para finales de año con un acuerdo con la oposición.
Si es elegido, Maduro podría enfrentar un aumento de las sanciones de Estados Unidos, que el viernes agregó al segundo hombre del chavismo, Diosdado Cabello, a su esposa, Marlenis Contreras, y a su hermano José David, en una lista de sanciones financieras.
Analistas alertaron que una acción de Washington podría ser recortar la compra de petróleo venezolano, cuya producción ha caído por la falta de inversión y equipos.
Maduro no solo siguió adelante con el proyecto de reelección, sino que en su campaña pidió a sus seguidores que le dieran una victoria con 10 millones de votos, una meta que ni el fallecido mandatario Hugo Chávez logró en tres reelecciones.
Igualmente, ofreció llevar al país a la prosperidad económica, con un plan que afirma fue escrito por Chávez, lo que hace pensar a los analistas en una profundización del socialismo en medio de la recesión y la hiperinflación.
El CNE dio la bienvenida a varios cientos de “acompañantes” electorales, que solo pueden observar el proceso con invitación. Uno de ellos, el exjefe del gobierno español José Luis Rodríguez Zapatero, cuestionó el que la oposición se haya retirado de las elecciones antes de que ocurrieran.
“Están movidos por un prejuicio político”, afirmó en una reunión en la casa del gobierno, después que el dirigente opositor Julio Borges lo acusó de ser “cómplice” del fraude de Maduro.
Borges se negó a firmar un acuerdo electoral tras unas conversaciones que se realizaron en enero en Santo Domingo, alegando que no garantizaban unos comicios limpios ni justos, además que el gobierno pretendía realizarlos en abril pasado.