El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, acusó el martes al movimiento islamista Hamás de poner “deliberadamente” a niños en la línea de fuego, en medio de las fuertes críticas a Israel por la matanza de decenas de manifestantes palestinos en la frontera con Gaza.
Netanyahu dijo a la televisión estadunidense que las tropas no tuvieron otra opción que usar fuerza letal durante las protestas contra la apertura de la embajada estadunidense en Jerusalén este lunes, y que la responsabilidad de las muertes recayó enteramente en el grupo radical.
“Ellos (Hamás) están presionando a civiles, mujeres, niños, para que se acerquen a la línea de fuego con el objetivo de obtener víctimas”, dijo Netanyahu a la cadena CBS.
“Nosotros hemos tratado de minimizar las bajas, ellos están tratando de causar bajas para presionar a Israel, lo cual es horrible”, agregó.
“Estas cosas son evitables. Si Hamás no los hubiera empujado allí, no habría pasado nada. Hamás es responsable por hacer esto y lo están haciendo deliberadamente”.
Varios gobiernos han expresado su alarma sobre el uso del fuego contra los manifestantes, y el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, acusó al estado judío de “terror estatal”.
Pero Netanyahu dijo que otros países habrían hecho lo mismo para salvaguardar sus fronteras.
“No sé de ningún ejército que haría algo diferente si tuviera que proteger su frontera contra personas que dicen ‘vamos a destruirlos y vamos a inundar su país'”, dijo.
Israel actuó con moderación ante la provocación de Hamás, aseguró la embajadora de Estados Unidos ante Naciones Unidas, Nikki Haley, en una reunión urgente del Consejo de Seguridad sobre la violencia en Gaza.
“La organización terrorista Hamás ha estado incitando a la violencia durante años, mucho antes de que Estados Unidos decidiera trasladar nuestra embajada”, dijo.
Los disparos israelíes de este lunes en la Franja de Gaza provocaron la muerte de “ocho niños de menos de 16 años” entre los más de 50 palestinos abatidos, afirmó Riyad Mansur, embajador palestino ante la ONU.
Una bebé de ocho meses falleció tras haber inhalado gases lacrimógenos durante los enfrentamientos.