Las dos Coreas instalaron este viernes el llamado teléfono rojo, que comunica en forma directa a sus líderes, mientras se preparan para una cumbre la próxima semana con el objetivo de resolver el problema nuclear con Pyongyang.
Esta línea conecta la Casa Azul, presidencia surcoreana en Seúl, con la oficina en Pyongyang de la Comisión de Asuntos de Estado, presidida por el dirigente norcoreano.
“La conexión histórica entre los dirigentes de las dos Coreas acaba de establecerse”, declaró Yoon Kun-young, un alto cargo de la Casa Azul. Hubo una conversación de prueba entre los operadores que duró cuatro minutos y 19 segundos.
Los funcionarios surcoreanos detallaron que la línea directa, que se mantendrá después de la cumbre, ayudará a facilitar el diálogo y a reducir los malentendidos en tiempos de tensión.
Kim es el presidente de la Comisión de Asuntos Estatales, la institución suprema de toma de decisiones de Corea del Norte que se creó en 2016 para reemplazar la Comisión de Defensa Nacional que heredó de su padre.
El nuevo organismo incluye a las personas más poderosas del país en asuntos estatales, militares y del partido, y se considera crucial para que Kim consolide su poder y centralice la gobernanza.
Será la tercera cumbre desde el final de la guerra de Corea (1950-53) que concluyó con un armisticio en vez de un tratado de paz, lo que explica que ambos estén técnicamente en guerra.
Moon declaró ayer jueves que quiere una declaración oficial de final de guerra como preludio a un tratado. El presidente estadunidense Donald Trump dio su “bendición” a las dos partes para negociar este tipo de acuerdo.
En enero, Corea del Norte reabrió una línea de ayuda fronteriza entre los países después de casi dos años de silencio, mientras las Coreas reanudaban el diálogo.
La reanudación de la línea directa en Panmunjom se produjo días después de que Kim en un discurso de Año Nuevo propusiera negociaciones con Corea del Sur para aliviar las tensiones y la participación de Corea del Norte en los Juegos Olímpicos de Invierno en Pyeongchang.
El abrupto despliegue diplomático de Corea del Norte se produce después de una avalancha de pruebas de armas que marcaron 2017, incluida la detonación subterránea de una supuesta bomba nuclear y tres lanzamientos de misiles balísticos intercontinentales.