Los servicios de inteligencia rusos espiaron durante al menos cinco años al ex agente Serguei Skripal y a su hija Yulia, envenenados el pasado 4 de marzo en Salisbury, según un documento previamente clasificado divulgado este viernes.
En una carta dirigida al secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, difundida por medios británicos, el asesor de Seguridad Nacional del Reino Unido, Mark Sedwill, revela que ciberespecialistas del servicio de la inteligencia militar de Rusia, conocido como GRU, interceptaron las cuentas de correo electrónico de Yulia desde, al menos, 2013.
En esa misiva, Sedwill indica que entre los años 2000 y 2010 los rusos iniciaron un programa de formación de personal de “unidades especiales” para entrenarlos en el uso de agentes químicos.
Eso incluía, según este documento, investigar las maneras de suministrar agentes nerviosos aplicándolos en los pomos de las puertas.
En el caso del envenenamiento de los Skripal con la sustancia Novichok, un compuesto tóxico de tipo militar y fabricación rusa, los expertos hallaron la máxima concentración de esa toxina en la puerta de entrada de la vivienda del ex agente doble.
Sedwill agrega que Rusia cuenta con un “historial demostrado de llevar a cabo asesinatos patrocinados por el Estado” y que es “muy probable” que algunos desertores, como Serguéi Skripal, fueran considerados “blancos legítimos” para ese país.
El asesor británico desvela asimismo que el centro clave en el desarrollo de la sustancia Novichok en la antigua Unión Soviética era una filial del Instituto Estatal de Químicos Orgánicos y Tecnología, situado en la localidad de Shikhany, en la región rusa de Sarátov.
Según ese asesor, Rusia ha continuado produciendo y almacenando pequeñas cantidades de Novichok durante la última década.
Por su parte, en una rueda de prensa celebrada este viernes en Londres, el embajador ruso, Alexander Yakovenko, anunció que esa legación publicará su propio informe sobre el ataque contra los Skripal.