El ex espía ruso Serguei Skripal y su hija, que siguen hospitalizados graves, fueron objeto de un intento de asesinato con un agente nervioso, en el que Moscú negó toda responsabilidad, denunciando una campaña de desprestigio.
Los hechos, ocurridos el domingo en la ciudad inglesa de Salisbury, donde vivía Skripal, constituyeron “un intento de asesinato mediante administración de un agente nervioso”, dijo a la prensa en Londres el comandante de la policía contraterrorista británica Mark Rowley.
“Además, desgraciadamente, un agente de policía que fue uno de los primeros en llegar a la escena en respuesta al incidente está también en el hospital en estado grave”, añadió Rowley.
El gas sarín es el más conocido de los agentes nerviosos. Se trata de una potente sustancia neurotóxica, inodora e invisible, que aunque no sea inhalada, su simple contacto con la piel bloquea la transmisión del influjo nervioso y conduce a la muerte por paro cardiorespiratorio.
Las víctimas se quejan primero de violentos dolores de cabeza y presentan pupilas dilatadas. Luego sufren convulsiones, paros respiratorios y caen en coma, antes de fallecer.
Rowley dijo que no hay peligro para el público.
Tras apuntar a Rusia, el gobierno británico pidió calma. “Tenemos que mantener la cabeza fría”, dijo la ministra de Interior, Amber Rudd, tras presidir una reunión de emergencia del gobierno británico, advirtiendo que la investigación será “un proceso largo”.
La reunión del gobierno de Theresa May se produjo al día siguiente de que el ministro de Relaciones Exteriores, Boris Johnson, dijera en el Parlamento que Rusia es “una fuerza maligna y perturbadora”, y advirtiera: “Aviso a los gobiernos de todo el mundo de que ningún intento de cobrarse una vida inocente en el Reino Unido quedará sin castigo ni sanción”.
Moscú respondió denunciando “una campaña antirrusa en la prensa”, lamentó la portavoz del ministerio ruso de Relaciones Exteriores, Maria Zajarova, en una conferencia de prensa.
“Esta historia acabará como de costumbre: de entrada, acusaciones sin fundamento, luego guardarán sus secretos y ni los periodistas, ni la gente, ni los políticos sabrán qué ocurrió realmente”, añadió.
No se trata del primer caso de exiliado ruso envenenado en el Reino Unido: antes fueron Alexander Litvinenko (2006) y Alexander Perepilichni (2012).
Las imágenes de videoseguridad de un gimnasio cercano muestran al ex coronel caminando normalmente con una mujer rubia poco antes de caer enfermo.