Brasil anunció, este jueves, que prepara un plan de urgencia en su frontera norte con Venezuela, en plena Amazonía, para dar respuesta a la llegada de decenas de miles de inmigrantes venezolanos por la situación de crisis que se vive en el vecino país.
Una delegación compuesta por los ministros de Justicia, de Defensa y del jefe de la Seguridad de Brasil viajó este jueves al estado de Roraima, fronterizo con Venezuela, para encontrar soluciones a la llegada de decenas de miles de venezolanos en los últimos meses.
El ministro de Defensa, Raúl Jungmann, dijo que Brasil tiene “un problema que enfrentar” ante la crisis en Venezuela y el flujo migratorio, cuya escala se desconoce con exactitud, pero ya ha provocado colapsos en los servicios públicos de Boa Vista, la primera capital estatal brasileña a la que llegan.
“Necesitamos saber la dimensión exacta”, aseveró el ministro brasileño, que se reunió con decenas de venezolanos que viven en Boa Vista.
Se estima que al menos 40 mil venezolanos cruzaron la frontera a Brasil huyendo del caos político, la inseguridad y la hiperinflación en Venezuela.
“Estas personas no están aquí porque quieren. Fueron empujadas para aquí”, agregó el ministro.
Las autoridades del estado brasileño de Roraima, fronterizo con Venezuela y en plena selva amazónica, dijeron este día que la demanda por plazas en las escuelas públicas creció 100 por ciento y las consultas hospitalarias se dispararon un tres mil 350 por ciento.
“Sólo en la maternidad nacen cada día cinco niños venezolanos”, dijo la gobernadora de Roraima, Suely Campos, quien pidió al gobierno federal ayuda para atender el flujo migratorio.
Roraima vive desde 2015 un auge en el número de inmigrantes venezolanos, entre ellos los indios waraos (“gente del agua”), que escapan a la escasez de medicinas y servicios básicos como la electricidad en un viaje de más de 900 kilómetros desde la ciudad venezolana de Puerto Ordaz (este del país) a Boa Vista.
Algunos expertos cifran en 150 mil el número de venezolanos que en 2016 abandonaron el país para escapar a la escasez de alimentos básicos, así como al aumento descontrolado de la inflación, por encima del 700 por ciento el año pasado, según el Fondo Monetario Internacional (FMI).