El arzobispo maltés Charles Scicluna, uno de los clérigos católicos más conocedores de los abusos sexuales perpetrados por sacerdotes contra menores, dijo hoy que la vergüenza y la humillación son el único camino para la Iglesia ante la crisis por la pederastia en varias latitudes.
“Qué pienso sobre personas que dicen: ¡Ustedes hacen una cosa y dicen otra, vergüenza! Creo que tienen razón. Debemos avergonzarnos. Y creo que no hay otro camino que la humildad y el silencio”, dijo quién de 2002 a 2012 fue el fiscal vaticano para los delitos graves de los sacerdotes.
Durante una conferencia de prensa, afirmó que la actual crisis puede ser “un momento muy importante” para la Iglesia, porque tendrá como consecuencia que sus miembros se vuelvan más humildes y “no hay otro camino hacia la humildad que la humillación”.
Scicluna compareció ante los periodistas para hablar del Sínodo, una cumbre mundial de obispos, dedicada en esta ocasión al tema de la juventud y que tiene lugar estos días en el Vaticano, pero prácticamente todas las preguntas se concentraron en el tema de los abusos sexuales.
Como fiscal vaticano, el sacerdote condujo investigaciones en México y Chile en casos sonados como el de Marcial Maciel Degollado, fundador de los Legionarios de Cristo, y el del sacerdote chileno Fernando Karadima.
“¿Qué decir a los jóvenes que han sufrido la tragedia del abuso? Hay poco para decir, se debe llorar con ellos, como me ocurrió en muchas ocasiones”, sostuvo.
“Ante esta tragedia, el silencio y el llanto es la primera respuesta, pero después una gran sed de verdad y de justicia, que no es incompatible con la misericordia. Porque todos tenemos necesidad de la misericordia, pero la misericordia es vacía si no respeta la verdad y la justicia”, agregó.
Según Scicluna, para el Papa Francisco la justicia es un bien esencial y sin ella no se puede vivir, por eso las víctimas, aunque pasen muchos años del abuso, manifiestan una gran hambre y sed de justicia.
Reconoció que al Papa le duele que la justicia eclesiástica a veces tome un tiempo exagerado, pero aclaró que los jueces deben respetar a la justicia civil, porque las respuestas no deben darse sólo en el seno de la Iglesia, que tiene la obligación de saber quién es idóneo al ministerio o no.
Allí donde exista un delito civil, se debe respetar la jurisdicción civil y someter, como dijo Benedicto XVI, a los culpables a las consecuencias de sus acciones, dijo.
Reveló que en los primeros días del Sínodo, cuyas sesiones iniciaron aquí el pasado miércoles 3 de octubre, varios de los participantes abordaron el tema, y él mismo deberá encontrar un espacio en el documento conclusivo de la cumbre.
Constató que la mayor parte de las víctimas son jóvenes y subrayó que es necesario hablar de las heridas generadas precisamente por quienes habrían debido cuidarlos: “es mucho más que trágico, es tremendamente trágico”, lamentó.
“El Papa Francisco, rodeado de obispos de todo el mundo, tiene el mismo deseo de pasar de las palabras bellas a las acciones, para que la Iglesia sea un lugar más seguro”, precisó.
“Hay que ir a la raíz de los abusos, aumentar la rendición de cuentas. Y no sólo por lo que hacemos, sino también por todo lo que no hacemos. Nosotros los obispos que somos responsables frente a Dios o a nuestra conciencia, pero también frente a nuestro pueblo”, abundó.
Aclaró que el Sínodo no está dedicado únicamente al tema de los abusos y recordó que el mismo pontífice convocó a todos los presidentes de las conferencias episcopales del mundo para abordar este problema en febrero próximo en el Vaticano.
Anticipó que esa reunión, prevista del 21 al 24 de ese mes, tendrá una “agenda densa” y que en la misma se abordará el tema de la rendición de cuentas.
Por lo pronto, Jorge Mario Bergoglio se reunió este día en privado con la cúpula de la conferencia episcopal estadounidense, justo cuando ese país afronta el escándalo del cardenal abusador Theodore McCarrick.
Encabezada por Daniel DiNardo, arzobispo de Galveston-Houston y presidente del organismo, la delegación incluyó al vicepresidente José Horacio Gómez, arzobispo de Los Ángeles; al secretario general Brian Bransfield y al secretario general adjunto, Jeffrey Burrill.
Se trata de la segunda reunión que la cúpula sostiene con el Papa en apenas unas semanas, luego de que el 13 de septiembre se encontraron para analizar el impacto de la crisis por los abusos en Estados Unidos.