Último candidato presidencial confirmado en la campaña tras reemplazar al inhabilitado Luiz Inacio Lula da Silva, Fernando Haddad es un socialista moderado que tiene la tarea ingente de remontar a Jair Bolsonaro en Brasil con un discurso conciliador y defensor de la democracia.
Alto, con estilo sosegado y una educación impecable (es licenciado en Derecho, tiene maestría en Economía, y doctorado en Filosofía), Haddad es la antítesis de Lula da Silva, un sindicalista bajito y “sin apenas estudios” -como él mismo dice- que se erigió en la figura central del Brasil del siglo XXI por medio de un carisma imbatible.
Sus visitas semanales a Lula da Silva en la cárcel de Curitiba donde está encarcelado desde el 7 de abril pasado le valieron un rechazo masivo en los estados del sur, centro y sudeste de Brasil, y casi le costó una inesperada derrota en la primera ronda electoral.
Pasado el primer turno, Haddad logró tener un estilo propio de hacer campaña, menos voluptuoso que el de Lula da Silva pero moderado y conciliador, con el objetivo de pescar electores entre sectores sociales que votaron por Bolsonaro para exigir regeneración democrática, pero que temen que su discurso radical pueda exacerbar los conflictos.
“Siento que Bolsonaro es un gran riesgo institucional”, dijo Haddad, la víspera, al recorrer una zona de clase baja en Sao Paulo azotada por la pobreza y la violencia del narcotráfico.
“Armar a la población solo va a aumentar la violencia, imaginen a niños y mujeres armados”, agregó este hombre que denunció el uso de noticias falsas por parte de Bolsonaro para denigrarle a él y su familia.
De 55 años e hijo de comerciantes de origen libanés, este intelectual ha tenido que enfrentar el desgaste sufrido por su formación, el Partido de los Trabajadores (PT), como consecuencia de los escándalos de corrupción develados por la Operación Lava Jato, la crisis económica que dejó 14 millones de desempleados y el aumento de la inseguridad.
Exalcalde de Sao Paulo y exministro de Educación, Haddad no logró el “frente democrático” que quería formar con otros candidatos que quedaron fuera del segundo turno, pero recibió apoyo de intelectuales, actores y figuras públicas dentro y fuera de Brasil.
Frustrado por no tener la oportunidad de debatir cara a cara con Bolsonaro, que rechazó participar en los encuentros televisivos, Haddad remontó seis puntos al exmilitar ultraderechista la última semana, pero su victoria parece casi imposible, según los sondeos.
Con todo, logró que el Partido de los Trabajadores, calificado como el mal mayor del país por parte del electorado, pasara a segundo turno y fuera la formación con más diputados en la Cámara de Diputados, donde podría liderar una eventual oposición al exmilitar.