Francisco advirtió este lunes que Venezuela está atravesando una crisis “política y humanitaria” cada vez “más dramática y sin precedentes”, al constatar que “la apertura y la disponibilidad” son esenciales para encontrar una solución.
En su saludo de año nuevo a los embajadores del mundo acreditados ante la Santa Sede, que presidió en la Sala Regia del Palacio Apostólico Vaticano, pasó revista a zonas de conflicto a nivel internacional, incluyendo la Península Coreana, Jerusalén y Siria.
En un largo discurso, pronunciado en italiano, hizo referencia explícita sólo a Venezuela entre los países de América Latina, aunque habló de manera general de otros problemas que azotan a esa región como las migraciones, la falta de trabajo y la pobreza.
Al mismo tiempo desea que “se creen las condiciones para que las elecciones previstas durante el año en curso logren dar inicio a la solución de los conflictos existentes, y se pueda mirar al futuro con renovada serenidad”.
Más adelante se refirió a otras zonas calientes y manifestó el “dolor” del Vaticano por la pérdida de vidas en los enfrentamientos entre israelíes y palestinos producto de la decisión de Estados Unidos de reconocer a Jerusalén como capital del Estado de Israel.
Papa Francisco instó a crear condiciones para elecciones transparentes en Venezuela #TVVNoticias pic.twitter.com/6dp1EZ7uv8
— TVVenezuela Noticias (@TVVnoticias) 8 de enero de 2018
Llamó a rever cualquier iniciativa que exacerbe los ánimos y llamó a un compromiso de todos para que se respete, en conformidad con las resoluciones pertinentes de las Naciones Unidas, el status quo de Jerusalén, “ciudad sagrada para cristianos, judíos y musulmanes”.
“Setenta años de enfrentamientos obliga a que se encuentre una solución política que permita la presencia en la región de dos Estados independientes dentro de las fronteras internacionalmente reconocidas”, precisó.
“A pesar de las dificultades, la voluntad de dialogar y de reanudar las negociaciones sigue siendo la vía maestra para llegar finalmente a una coexistencia pacífica de los dos pueblos”, insistió.
También recomendó apoyar “todo esfuerzo de diálogo” en la Península Coreana, justo cuando esta semana se reunirán, por primera vez en dos años, representantes de Corea del Sur y del Norte para abordar aspectos bilaterales.
Invitó a “encontrar nuevas vías” para que se superen las actuales confrontaciones, aumente la confianza mutua y se asegure un futuro de paz al pueblo coreano y al mundo entero.
Consideró urgente un compromiso común para reconstruir puentes en Ucrania, porque el año apenas terminado dejó nuevas víctimas del conflicto que aflige al país y sigue produciendo gran sufrimiento a la población, en particular a las familias que habitan en las zonas afectadas por la guerra y que han perdido a sus seres queridos, muchos de ellos ancianos y niños.
“Es importante que continúen las distintas iniciativas de paz a favor de Siria en un clima propositivo de creciente confianza entre las partes, para que se logre poner fin, de una vez para siempre, al largo conflicto que ha afectado a todo el país y que ha causado enormes sufrimientos”, siguió.
Según el pontífice, el deseo de todos es que “después de tanta destrucción” llegue el tiempo de la reconstrucción, pero aclaró que más allá de construir edificios se necesita “reconstruir los corazones” y “volver a tejer la tela de la confianza mutua”.
Por ello, urgió a esforzarse en favorecer las condiciones jurídicas, políticas y de seguridad, para una recuperación de la vida social, donde cada ciudadano, independientemente de su condición étnica y religiosa, pueda participar en el desarrollo del país.
Instó a proteger a las minorías religiosas del país, entre ellos los cristianos, y a trabajar para el regreso a su patria de los numerosos refugiados en las naciones vecinas, especialmente en Jordania, Líbano y Turquía.
Pidió impulsar la “voluntad de diálogo” y los caminos de reconciliación en Irak, Yemen, Afganistán y otros lugares del Medio Oriente. A la comunidad internacional le solicitó no olvidar el sufrimiento en países africanos como Sudán del Sur, República Democrática del Congo, Somalia, Nigeria y República Centroafricana.
Denunció que, en esas naciones, el derecho a la vida está amenazado por el abuso indiscriminado de los recursos, por el terrorismo, la proliferación de grupos armados y por los conflictos que perduran.
“No basta con indignarse ante tanta violencia. Es necesario más bien que cada uno en su ámbito propio se esfuerce activamente por remover las causas de la miseria y construir puentes de fraternidad, premisa fundamental para un auténtico desarrollo humano”, estableció.