Un proyecto de ley que obliga a los estudiantes transexuales a usar los baños correspondientes a su sexo de nacimiento en Texas fracasó después de que una gran coalición de activistas y grandes empresas se unieran contra la controvertida norma.
La ley agitó al gobernante partido republicano durante meses en el segundo estado más poblado del país y es percibida como un reflejo de la enorme división cultural nacional.
Aunque fue aprobada por una de las dos cámaras legislativas del estado el mes pasado, fue desestimada definitivamente este martes por una sesión extraordinaria de la Cámara de Representantes de Texas sin siquiera debatirla.
El motivo: sencillamente el portavoz de la Cámara, un republicano moderado opuesto a la medida, no asignó tiempo a los legisladores para su discusión.
No esta previsto que esta instancia vuelva a sesionar antes de 2019, tras elecciones.
Los partidarios de la ley estiman que el objetivo era proteger a las mujeres y a los niños de delincuentes sexuales, mientras quienes se oponen argumentan que es discriminatoria.
Texas, que votó mayoritariamente por Donald Trump en 2016, es considerado uno de los estados más conservadores de Estados Unidos y un termómetro de la política republicana.
Militantes de los derechos de los homosexuales y otras asociaciones de defensa de los derechos cívicos combatieron con vigor esta propuesta de ley, estimando que su adopción provocaría un retroceso de varios años en materia de igualdad.
Sin embargo, para algunos observadores, el elemento crucial de este colapso legislativo fue la intervención de gigantes de los negocios que tienen su sede social en Texas, como Apple o Amazon.
Ambos grupos tecnológicos firmaron con la compañía aérea United Airlines y el banco Capital One una carta abierta que advertía a las autoridades locales de que, si se adoptaba este texto, se privaría a Texas de 5 mil 600 millones de dólares de ingresos turísticos y de inversiones.