El presidente brasileño, Michel Temer, enfrentará el miércoles otra prueba de fuego para su atribulado gobierno cuando la Cámara de Diputados decida si envía a la corte suprema una acusación de corrupción en su contra o la archiva.
La oposición anticipó que buscará bloquear la sesión, dejando al oficialismo la obligación de conseguir el quórum de 342 legisladores necesarios para votar, un reconocimiento de que no tiene la fuerza suficiente para que la investigación avance.
“El gobierno no tiene el número suficiente de diputados para abrir la sesión”, dijo a la AFP el diputado Paulo Pimenta (PT, izquierda).
“Cada día nos llega nueva información de otros casos de corrupción que involucran al gobierno. Cuanto más ese tipo de información llegue a la población y al Parlamento, mayor será la posibilidad de que tengamos los votos necesarios para sacarlo [a Temer] del gobierno”, añadió.
El presidente de la Cámara de Diputados, Rodrigo Maia (DEM, derecha), un aliado del presidente, dijo por su parte que esperaba que el miércoles hubiera sesión y con la casa llena.
Temer quedó muy fragilizado luego de que la Fiscalía General lo denunciara por pedir un soborno de 500 mil reales (unos 150 mil dólares) al gigante de la industria frigorífica JBS, causa que lo convirtió en el primer presidente en ejercicio en ser acusado de un crimen común.
Con una popularidad de 5%, según un sondeo de Ibope que lo ubicó como el mandatario con menos apoyo desde la redemocratización en 1985, Temer podría ser suspendido por hasta 180 días si el proceso llega al Supremo Tribunal Federal (STF) y éste lo eleva a juicio.
En ese caso será reemplazado por Maia, y si es hallado culpable, será destituido y el Congreso deberá hacer una elección indirecta para completar el accidentado mandato hasta fin de 2018.