El Papa Francisco llamó hoy a la moderación y al diálogo en Jerusalén tras la escalada de violencia que dejó al menos tres jóvenes palestinos y tres colonos judíos muertos, además de decenas de heridos.
Asomado a la ventana de su estudio personal en el Palacio Apostólico del Vaticano y ante miles de personas congregadas en la Plaza de San Pedro, el pontífice dirigió su bendición con el Angelus y al final instó a la cordura en Tierra Santa.
“Sigo con preocupación las graves tensiones y las violencias de estos días en Jerusalén, siento la necesidad de expresar un fuerte llamado a la moderación y al diálogo”, dijo, al momento de los saludos en italiano.
“Los invito a unirse a mí en la oración para que el señor inspire en todos propósitos de reconciliación y de paz”, agregó.
Así se refirió a los enfrentamientos del viernes entre jóvenes palestinos y la policía judía por los arcos de seguridad colocados en los accesos a la Explanada de las Mezquitas luego del asesinato de dos agentes hebreos. Otros actos de hostilidad mutua dejaron decenas de muertos en ambos sectores durante las últimas horas.
En su reflexión dominical, el líder católico aseguró que prefiere una Iglesia católica que “se ensucia las manos” a una “Iglesia de puros” que pretende juzgar quién se salva y quién no.
El bien y el mal, insistió, no se pueden identificar con “territorios definidos” o con “determinados grupos humanos”, sino que la frontera pasa por el corazón de cada uno, considerando que todos son pecadores.
“A mí me vienen ganas de preguntarles: ¿quién no es pecador que alce la mano? ¡Ninguno! Porque todos lo somos, todos somos pecadores”, indicó.
“Fijarse siempre y sólo en el mal que está fuera de nosotros significa no querer reconocer el pecado que hay dentro de nosotros”, estableció.