Macron enfrenta el rompecabezas político francés

El presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, instó a Macron a reducir el gasto público.

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El presidente electo francés, Emmanuel Macron, abocado de lleno en la formación de su gobierno, recibió este martes el apoyo del ex primer ministro socialista, Manuel Valls, que quiere ser candidato de su movimiento para las legislativas de junio, un signo de la brutal transformación del paisaje político francés.

El joven presidente centrista y proeuropeo debe juntar personalidades de la derecha y de la izquierda moderadas para intentar construir una mayoría parlamentaria y aplicar sin frenos sus prometidas reformas.

“Un rompecabezas”, resumió este martes el periódico Le Parisien. Ya que a pesar de su clara victoria frente a la extrema derecha, el domingo, con 66% de los votos, Macron, de 39 años, estará al frente de un país fracturado y dividido.

Los partidos tradicionales, que durante décadas predominaron en la arena política francesa, Los Republicanos (derecha) y el Partido Socialista, esperan su revancha en las legislativas del 11 y 18 de junio.

Las dos formaciones se reúnen en cónclaves el martes por la tarde para definir su estrategia frente al nuevo presidente. ¿Respaldarlo con condiciones, colaborar puntualmente u oponerse frontalmente?, es el gran interrogante.

“Por mi parte, no tengo en mente ni una obstrucción sistemática ni una oposición frontal”, subrayó Alain Juppé, alcalde de Burdeos y una figura influyente de la derecha.

El alcalde de Le Havre (norte), Edouard Philippe, próximo a Juppé, es una de las personalidades que se barajan para el puesto de primer ministro de Emmanuel Macron. 

A la izquierda, el Partido Socialista llamó al orden a los miembros que estén tentados de unirse al bando presidencial, entre los que destaca el ex primer ministro Manuel Valls. 

“Este Partido Socialista está muerto, está atrás”, afirmó Valls que representa el ala derecha del PS, y que había dado su apoyo a Macron frente al candidato investido por su partido en esta elección presidencial.

“Voy a ser candidato de la mayoría presidencial y quiero inscribirme en ese movimiento”, dijo el ex primer ministro, asegurando que no iba a “renegar de 30 años” de vida política y que se sigue considerando un “hombre de izquierda” y un “socialista”.

“Imposible” en tal caso seguir en el PS, insistió el primer secretario del partido, Jean-Christophe Cambadélis. 

En los extremos del tablero político, el Frente Nacional (FN), de Marine Le Pen, que obtuvo 34% de los votos el domingo, y el movimiento Francia Insumisa, del tribuno de la izquierda radical Jean-Luc Melenchon (con 19,5% de los votos en la primera vuelta) esperan que estos resultados se traduzcan en las urnas en las legislativas.

El partido se reúne el martes para analizar las causas de la derrota y definir su línea para las legislativas.

 

Frente a los múltiples adversarios, está el movimiento del centrista que se organiza para los comicios.

Este movimiento creado hace un año, sin una red local, fue rebautizado “La República en Marcha”. El jueves anunciará los nombres de sus 577 candidatos a las legislativas.

Las últimas definiciones se anuncian delicadas, entre promesas de renovación -50% de los candidatos no deben haber tenido cargos electivos anteriores- y eficacia.

En este contexto, la oferta de Manuel Valls complica al joven movimiento.

“Primero tiene que hacer acto de candidatura”, respondió Christophe Castaner, un portavoz de Macron, subrayando que serían las instancias del movimiento las que elegirán a los candidatos.

El presidente electo tiene además otra prioridad. Debe escoger un primer ministro capaz de unir al país. Macron anunciará su decisión luego de la investidura que será el domingo de mañana en el Palacio del Elíseo.

El presidente electo fue felicitado por varios dirigentes europeos y de todo el mundo, pero recibió asimismo una advertencia de la Comisión Europea que le reclamó que Francia respete sus compromisos en materia de reducción del déficit.

El lunes, el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, instó a Macron a reducir el gasto público, juzgando que su nivel actual era insostenible a largo plazo. 

“Nos enfrentamos con Francia a un problema particular, los franceses gastan demasiado dinero y gastan en mal lugar”, declaró Juncker a la prensa en Berlín.