El presidente de EEUU, Donald Trump, recibió este miércoles en la Casa Blanca al ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, en medio de la polémica por su decisión de despedir al ya exdirector del FBI, James Comey, quien investigaba los posibles lazos entre la campaña electoral del magnate y el Kremlin.
El encuentro con Lavrov a puerta cerrada en el Despacho Oval fue el contacto de más alto nivel de Trump con el Kremlin desde su llegada a la Casa Blanca el pasado 20 de enero.
Más allá de las conversaciones que ambos tuvieron sobre los conflictos en Siria y Ucrania, la atención sobre el encuentro se centró en el hecho de que tuvo lugar solo un día después del despido fulminante y por sorpresa de Comey, quien lideraba una investigación sobre los supuestos contactos con Rusia de la campaña electoral de Trump.
Tras verse con Lavrov, Trump recibió al exsecretario de Estado Henry Kissinger y, preguntado por si el tema de Comey afectó a su reunión con el ministro ruso, Serguéi Lavrov, el mandatario respondió tajante: “No, en absoluto”.
Trump no quiso responder a otra pregunta relativa a si el nuevo director del Buró Federal de Investigaciones (FBI) estará a cargo de las indagaciones en marcha sobre los contactos de su campaña electoral con Rusia.
Sin embargo, la portavoz adjunta de la Casa Blanca, Sarah Huckabee Sanders, comentó después en su rueda de prensa diaria que el Gobierno “anima” al FBI a completar su investigación sobre la supuesta injerencia rusa en las elecciones y los posibles nexos del Kremlin con la campaña de Trump.
En sintonía con Trump, el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, afirmó hoy que Rusia espera que la destitución de Comey no afecte a las relaciones bilaterales entre Moscú y Washington.
Lavrov se atrevió incluso a bromear sobre la destitución de Comey al ser preguntado mientras posaba para las cámaras con su homólogo estadounidense, Rex Tillerson, en el Departamento de Estado. “¿Fue despedido (Comey)? ¡Están bromeando, están bromeando!”, comentó el ministro ante los periodistas.
Medios oficiales rusos divulgaron imágenes de la reunión a puerta cerrada de Trump y Lavrov, a la que no tuvieron acceso los periodistas estadounidenses, aunque la Casa Blanca aseguró que únicamente los fotógrafos “oficiales” de ambas partes estuvieron presentes.
Esas imágenes de la prensa rusa mostraron que, además de Lavrov, en el encuentro con Trump también estuvo el embajador del Kremlin en Washington, Sergei Kislyak.
Mentir sobre el contenido de sus conversaciones con ese embajador le costó el cargo a Michael Flynn, quien fue hasta febrero pasado el principal asesor de seguridad nacional de Trump y cuya polémica renuncia todavía colea.
Al término de su encuentro con Trump, Lavrov ofreció una rueda de prensa en la embajada rusa en Washington.
Ante las insistentes preguntas de los periodistas sobre la supuesta injerencia rusa en las elecciones de EEUU para favorecer a Trump, Lavrov comentó que no quería hablar de asuntos “absurdos” y remarcó que el propio magnate ha dicho “públicamente” que se trata de acusaciones “falsas”.
Por otro lado, Lavrov anotó que las relaciones de su país con Washington bajo la presidencia de Trump están “libres de ideología”, algo que, a su juicio, no ocurría bajo el mandato del expresidente estadounidense Barack Obama, y hace que ambas partes estén abiertas a negociar y cooperar en asuntos como la salida al conflicto sirio.
Trump, por su parte, declaró que su encuentro con Lavrov fue “muy bueno” y que ambos gobiernos quieren poner fin a la “horrible matanza” en Siria “lo antes posible”.
“Todo el mundo está trabajando hacia ese final”, enfatizó Trump al respecto.
En un comunicado posterior, la Casa Blanca precisó que Trump remarcó hoy ante Lavrov que Rusia que hacer más para refrenar al régimen del presidente sirio, Bachar Al Asad, y a Irán con el objetivo de trabajar con EEUU hacia una salida a la guerra en Siria.
Además, Trump expresó al ministro ruso su “deseo de construir una mejor relación” entre los dos países.
El conflicto en Siria ha complicado en los últimos meses las relaciones entre EEUU y Rusia, ya deterioradas bajo la Presidencia de Obama (2009-2017) y que se tensaron más en abril a raíz de la decisión de Trump de ordenar un bombardeo contra una base aérea del régimen sirio.
La semana pasada, Trump y Putin mantuvieron una conversación telefónica en la que acordaron reunirse en julio en el marco de la cumbre del G20 de Hamburgo (Alemania), a la vez que decidieron coordinarse contra el terrorismo y para buscar soluciones al conflicto sirio y la amenaza norcoreana.