Los franceses afluyen a las urnas este domingo bajo estrecha vigilancia policial tres días después de un atentado, para la primera vuelta de unas elecciones presidenciales muy reñidas y cruciales para el futuro de la Unión Europea.
El nivel de movilización de los 47 millones de votantes es una de las incógnitas de estos comicios por el gran número de indecisos declarados hasta el final de la campaña. Al mediodía, la participación era de 28,54%, una de las más altas de los últimos 40 años.
La votación se celebra por primera vez bajo estado de emergencia, con 50 mil gendarmes y 7 mil militares desplegados en todo el territorio.
El presidente saliente François Hollande llamó a los votantes a “demostrar que la democracia es más fuerte que todo”.
Son los comicios de resultado más impredecible de la historia reciente de Francia, con una carrera ajustada entre cuatro de los once candidatos.
El centrista Emmanuel Macron y la líder de extrema derecha Marine Le Pen encabezaban la intención de voto en los últimos sondeos publicados el viernes, pero el conservador François Fillon y el izquierdista Jean-Luc Mélenchon les pisaban los talones.
La diferencia entre ellos es tan corta que se encuentran dentro del margen de error de las encuestas, por lo que cualquiera de ellos podría clasificarse para la segunda vuelta.
“Es importante votar pero no tenemos muchas opciones buenas, por lo tanto yo voté por el menos malo”, declaró André Pouilly, un jubilado de 67 años de Calais (norte).
Marine Le Pen, líder del Frente Nacional (FN), de 48 años, espera beneficiarse de la ola populista que propulsó la victoria de Donald Trump en Estados Unidos y el voto a favor de la salida del Reino Unido de la Unión Europea (UE).
Con un programa centrado en el “patriotismo” y la “preferencia nacional”, Le Pen defiende la salida del euro y de la UE, una promesa que de cumplirse podría propinar un golpe fatal a un bloque ya debilitado por el Brexit.
En cambio Macron, exministro de Economía del presidente socialista François Hollande, ha hecho campaña con un programa abiertamente europeísta y liberal.
Este exbanquero, prácticamente desconocido hace apenas tres años y que nunca se ha sometido al sufragio universal, podría convertirse con 39 años en el presidente más joven de Francia.