La vida continúa este viernes en los Campos Elíseos. Los turistas paseaban, algunos curiosos se paraban en el lugar del tiroteo que tiñó de sangre la emblemática avenida parisina y otros colocaban flores en honor al policía muerto.
Varias personas depositaban flores al pie de un árbol, frente al edificio delante del que un policía murió el jueves por la noche en el ataque reivindicado por el grupo yihadista Estado Islámico (EI).
El atacante hirió igualmente a dos policías, uno de ellos de gravedad, y a una turista, antes de ser abatido.
Más allá del trauma, el ataque pone de relieve la preocupación de los comerciantes que temen una nueva deserción de turistas, que son mucho menos desde los atentados de 2015 y 2016.
Un hombre que se presenta como un policía sin querer revelar su nombre fue el primero en dejar una rosa blanca, su flor de homenaje.
Justo enfrente, la gente se amontona para fotografiar los escaparates rotos por los impactos de bala. Algunos entran en el inmueble para obtener un ángulo de vista diferente.
“¡Cómo si fotografiasen una obra artística!”, se sorprende Luis Ricardo, un mexicano de 21 años, que dice “tener más miedo de estas personas que de estar en París, porque el terrorismo está en todas partes”.
Llegado desde Los Ángeles, Félix Cervantes tampoco pretende ceder ante el pánico. “No tengo miedo. Nos quedaremos, pase lo que pase, hasta la semana que viene”, dice este sexagenario.
Otros reconocen sentirse menos tranquilos. “No voy a pasear solo por la noche”, promete Chaintnya Veeraghanta, un indio de 25 años, que espera un refuerzo de la protección policial en la frecuentada avenida.
Unas 300 mil personas se pasean cada día por los “Campos”, una arteria de dos kilómetros entre el Arco de Triunfo y la plaza de la Concordia, llena de tiendas, cafés, cines y teatros.
– Continuar viviendo –
Eric Winckler, de 51 años, y su hija Hailey, de 16, dos estadounidenses de Boston, “oyeron tiros” el jueves por la noche y “corrieron al hotel”. “Fue aterrador”, pero “esto sucede en todas partes, incluso en Estados Unidos. ¡No nos van a impedir vivir!”.
“Está claro que los turistas no van a querer volver”, se lamenta Majid Gabiri, de 64 años, camarero en el café restaurante Le Vesuvio desde hace 30 años. “Tras los atentados del 13 de noviembre, había menos gente. Incluso los habituales, esta mañana son menos”, dice señalando las mesas vacías.
La región parisina perdió 1,5 millones de visitantes en 2016, especialmente chinos, japoneses y también europeos. Pero la tendencia parecía invertirse en el último trimestre, según la oficina de turismo parisina que apunta a una recuperación a finales de año.
El gobierno multiplicó las medidas para que Francia conserve la imagen de país turístico seguro, con el despliegue de patrullas en las estaciones y líneas de transporte frecuentadas por los turistas, el destacamento de policías extranjeros en algunos lugares o el refuerzo de la seguridad en los festivales.
Uno de los lugares más visitados de París, la Torre Eiffel, contará con un dispositivo de protección que comprende especialmente un “muro de vidrio antibalas” en dos lados para hacer frente a cualquier amenaza terrorista.
Lesly y Michael Douglas, dos escoceses de 55 y 62 años, no pudieron entrar el jueves por la noche en el apartamento que alquilaron a dos pasos del lugar del tiroteo. Se sintieron “aterrados al ver a los policías correr por todas partes con sus armas” pero están “convencidos de que París es el sitio más seguro del mundo”.