El Papa Francisco entra este lunes en el quinto año de su pontificado manteniendo altos niveles de popularidad, pero afrontando también críticas por algunas de sus decisiones en el gobierno de la Iglesia católica y sus aperturas a nivel pastoral.
El Vaticano no tiene previstas celebraciones particulares para este 13 de marzo, el cuarto aniversario de la fumata blanca, aunque las muestras de afecto espontáneas llegaron a lo largo de todo el fin de semana.
Este domingo unas 35 mil personas acudieron a la Plaza de San Pedro para recibir la bendición del Papa y rezar con él la oración del Angelus, que pronunció asomado la ventana de su estudio privado en el Palacio Apostólico.
Por la tarde, Jorge Mario Bergoglio visitó la parroquia de Santa Magdalena de Canossa, ubicada en la periferia de Roma. Entre aplausos entusiastas, el pontífice saludó a decenas de fieles muchos de los cuales obtuvieron la ambicionada “selfie” (autofoto con el celular).
Luego, en un diálogo informal, una niña le preguntó a qué le tiene miedo y el Papa, bromeando, replicó “a las brujas”.
Inmediatamente después apuntó: “Pero las brujas no existen, harán tres o cuatro cosas, pero esas se llaman estupideces. Las brujas no tienen algún poder. Son una mentira”.
“Al contrario, me da miedo cuando una persona es mala. Todos tenemos la semilla de la maldad dentro pero cuando una persona decide ser mala me da miedo porque puede hacer tanto mal: en la familia, en el trabajo, también en el Vaticano cuando se da el chismorreo”, agregó.
Esas palabras, sencillas, exhibieron la sensibilidad del líder católico a un malhumor que (en diversos niveles y circunstancias) existe en la Curia Romana con el rumbo del actual pontificado.
En varias conversaciones informales Notimex pudo comprobar este malestar, palpable en cardenales, obispos y otros funcionarios. Aunque la mayoría de ellos prefiere no manifestar públicamente sus perplejidades.
Uno de los focos de la molestia se centra en la exhortación apostólica “Amoris Laetitia” (El gozo del amor”) del 19 de marzo de 2016, especialmente en el capítulo número 8 en el cual se sugiere que algunos católicos divorciados vueltos a casar podrían acceder a la comunión tras un discernimiento escrupuloso, algo hasta ahora vetado por la Iglesia.
Ya en septiembre pasado, cuatro cardenales enviaron una carta al Papa con una lista de cinco “dubia”, unas dudas que manifiestan un desacuerdo con el magisterio de Francisco, quien nunca respondió a los cuestionamientos.
Algunas semanas después, el 4 de febrero último, decenas de afiches anónimos tapizaron las calles de Roma, sobre todo en las inmediaciones del Vaticano. En los mismos se cuestionan varias decisiones del pontífice, junto a una foto suya con gesto adusto.
Entre los cuestionamientos destacaron “ignorar a los cardenales”, el “remover sacerdotes”, el haber intervenido a la congregación de los Franciscanos de la Inmaculada y la Soberana Orden de Malta, estas últimas dos difíciles acciones llevadas a cabo por el pontífice.
El texto de los carteles, escrito en dialecto romano, pretendió dejar al Papa como un hombre autoritario y los interrogó: “¿Dónde quedó la misericordia?”. Pero lejos de molestarle, lo terminó divirtiendo.
La semana pasada, en una entrevista a la publicación alemana Die Ziet, aseguró que el romanesco “era muy bello”, precisó que el texto no fue escrito “por uno de la calle” sino, más bien, por una persona culta.
“Desde el momento en que he sido elegido Papa no he perdido la paz. Comprendo que a alguien no le guste mi modo de actuar; hay tantos modos de pensar, es legítimo y también es humano, es una riqueza”, añadió.
Al mismo tiempo, el índice de popularidad y aceptación de Francisco se mantiene en niveles muy altos. Cada semana miles de personas asisten a sus ceremonias, actos públicos y bendiciones.
Según la Prefectura de la Casa Pontificia del Vaticano, en 2016 tres millones 952 mil 140 personas asistieron a los actos del líder católico en la Plaza de San Pedro. Aunque esa cifra incluye únicamente los boletos impresos y no considera los feligreses que asisten sin esas entradas, pero que suelen ingresar de todas maneras.
La estadística tampoco tomó en cuenta a los miles de personas que participan en los viajes papales, en Italia y fuera de ella. Durante el año pasado, por ejemplo, en la visita apostólica a México (en febrero) se concentraron unos 10 millones de personas, en todas las celebraciones y en todas las ciudades.
En los pasados 12 meses, Bergoglio realizó visitas además a Armenia, la Isla de Lesbos, Polonia (para una multitudinaria Jornada Mundial de la Juventud), Georgia, Azerbaiyán y Suecia.
En cuando a los viajes apostólicos, desde que asumió el timón de la Iglesia, Francisco cumplió 12 giras dentro de Italia y otros 17 viajes internacionales, algunos de los cuales apenas duraron unas cuantas horas.
La actividad cotidiana del Papa destaca por su multiplicidad y su impacto. Desde su elección, el 13 de marzo de 2013, emanó 18 decretos en forma de “motu proprio”, escribió 44 cartas apostólicas, dos encíclicas y 16 constituciones apostólicas.
En todo ese tiempo presidió 181 audiencias públicas semanales en la Plaza de San Pedro, decenas de misas, bautismos, comuniones, confirmaciones, confesiones. Se cuentan ya por centenares sus discursos, mensajes, llamadas telefónicas y cartas autógrafas.
“Es terrible el calendario de él, la agenda es casi casi sin respiro en todo el día. Que empieza muy temprano y termina tarde”, explicó a Notimex el famoso cantante y exsenador argentino, Ramón “Palito” Ortega, quien visitó a Francisco el 2 de marzo último.
A esas cifras se deben sumar todas las actividades relacionadas con el Jubileo Extraordinario de la Misericordia, que multiplicó las reuniones y celebraciones en el Vaticano, con una afluencia de más de 20 millones de personas entre noviembre de 2015 a noviembre de 2016.
Este 2017 que comienza se presenta también con un calendario intenso para el obispo de Roma. Los días 12 y 13 de mayo viajará a Fátima, para celebrar los 100 años de las apariciones de la Virgen a tres pastorcillos en ese paraje de Portugal.
Luego, del 6 al 11 de julio, pisará suelo colombiano para ayudar a la reconciliación y la paz en el país. Su periplo incluirá el paso por Bogotá, Villavicencio, Medellín y Cartagena.
Además, para los próximos nueve meses, se prevén visitas a la India y Bangladesh, mientras el Vaticano está estudiando la factibilidad de concretar otros viajes a Egipto y Sudán del Sur.