El presidente ruso, Vladimir Putin, endureció este viernes las penas de cárcel por financiación o reclutamiento de terroristas después que esta semana tuviera lugar un atentado con bomba contra un supermercado en San Petersburgo.
Tras estas enmiendas, el código penal estipula penas de 8 a 20 años de cárcel e incluso cadena perpetua por instigar crímenes como comisión de atentados; creación, gestión o participación en organización terrorista; adiestramiento de grupos armados; toma de rehenes o secuestro de aviones o barcos con ese fin.
Si esos crímenes son cometidos por un cargo público la pena será de 10 a 20 años de prisión, lo que incluirá una multa en metálico, o cadena perpetua.
En caso de que esos actos sean cometidos con la ayuda de medios de comunicación y redes electrónicas y de telecomunicaciones, incluido internet, la pena podría llegar hasta los 7 años de cárcel.
Putin anunció ayer que ha dado la orden al Servicio Federal de Seguridad (FSB, antiguo KGB) para que sus agentes actúen en el marco de la ley a la hora de detener a los terroristas, pero, en caso de necesidad, liquiden a los criminales “en el acto”.
Calificó de “atentado terrorista” la explosión de una bomba equivalente a 200 gramos de trilita en un supermercado de San Petersburgo que causó el miércoles una veintena de heridos.
Recientemente, el jefe del Kremlin llamó al presidente de EEUU, Donald Trump, para agradecerle la información suministrada por la CIA que permitió frustrar una serie de atentados terroristas en la antigua capital zarista.
El FSB detuvo a mediados de diciembre a siete personas que planeaban, entre otros, un atentado suicida en la catedral de Kazán, que se encuentra en la Avenida Nevski, la más frecuentada de la ciudad.
San Petersburgo fue escenario en abril pasado del atentado más grave de su historia, cuando un kamikaze mató a 14 personas en el metro de la ciudad.