En su saludo de Navidad, el Papa instó este lunes a retomar la senda del diálogo en Venezuela y clamó por la paz en los ángulos más violentos de un mundo que, advirtió, vive “azotado por vientos de guerra”.
Asomado al balcón central de la Basílica de San Pedro y ante miles de personas congregadas en la plaza vaticana, Francisco denunció un “modelo de desarrollo ya caduco sigue provocando degradación humana, social y ambiental”.
Invocó la paz para Jerusalén y llamó a rezar para que entre las partes implicadas prevalezca la voluntad de reanudar el diálogo y se pueda, finalmente, alcanzar una solución negociada que permita la coexistencia pacífica de dos Estados dentro de unas fronteras acordadas entre ellos y reconocidas a nivel internacional.
Instó a sostener el esfuerzo de todos aquellos miembros de la comunidad internacional que, movidos por la buena voluntad, desean ayudar a esa “tierra martirizada” a encontrar, a pesar de los graves obstáculos, la armonía, la justicia y la seguridad que anhelan desde hace tanto tiempo.
“Confiamos Venezuela al niño Jesús para que se pueda retomar un diálogo sereno entre los diversos componentes sociales por el bien de todo el querido pueblo venezolano”, sostuvo, más adelante.
Pidió rezar para que en la península coreana se superen los antagonismos y aumente la confianza mutua por el bien de todo el mundo.
Aseguró ver a Jesús en los niños que, junto con sus familias, sufren la violencia del conflicto en Ucrania, y sus “graves repercusiones humanitarias”, e invocó a Dios para que “conceda la paz a ese querido país”.
Llamó a ver a Jesús en los niños de África, especialmente en los que sufren en Sudán del Sur, en Somalia, en Burundi, en la República Democrática del Congo, en la República Centroafricana y en Nigeria; así como en todos los pequeños de aquellas zonas del mundo donde la paz y la seguridad se ven amenazadas por el peligro de las tensiones y de los nuevos conflictos.
Recordó su reciente viaje a Myanmar y Bangladesh, deseando que la comunidad internacional no deje de trabajar para que se tutele adecuadamente la dignidad de las minorías que habitan en esa región.
Tras su discurso, el Papa rezó con la multitud la oración mariana del Angelus y ofreció su bendición “urbi et orbi” (a la ciudad y al mundo) con indulgencia plenaria válida también para todos aquellos que la siguieron a través de la radio, la televisión y los diversos medios.
Luego dirigió su “cordial felicitación” a quienes llegaron hasta la plaza de todas partes del mundo. Y concluyó: “Que el nacimiento de Cristo salvador renueve los corazones, suscite el deseo de construir un futuro más fraterno y solidario, y traiga a todos alegría y esperanza. ¡Feliz Navidad”.