El Grupo de los Siete (G-7) países más industrializados del mundo reconoció este lunes el impacto negativo que algunos factores medioambientales tienen en la salud de las personas y apostaron por programas que “disminuyan la exposición a la contaminación del aire”.
Así lo acordaron los ministros y representantes en materia de Salud del G7 (Italia, Estados Unidos, Reino Unido, Alemania, Francia, Canadá y Japón) en una declaración conjunta que firmaron al término de esta reunión de dos días que se ha celebrado en Milán.
La ministra de Sanidad de Italia, Beatrice Lorenzin, afirmó que los países han firmado un documento en el que dejan claro la posición de Estados Unidos y su voluntad de salir del Acuerdo de París sobre el Clima, pero insistió en que Washington también ha aceptado “el impacto de los factores climáticos en la salud de las personas”.
“Reconocemos que algunos factores ambientales tienen riesgo para la salud, como los relacionados con patrones cambiantes de enfermedades infecciosas, fenómenos meteorológicos extremos, aumento del nivel del mar, acidificación de los océanos, aire, agua, biodiversidad, contaminación del suelo”, dice el documento.
También los relacionados con la “escasez de agua, inseguridad alimentaria y desnutrición, y aumento de la migración”, añade.
El texto explica que durante las reuniones que se han celebrado ayer y hoy en Milán los siete países analizaron que estos elementos “pueden agravar los riesgos en la salud y crear nuevas amenazas”, y coincidieron en que “las poblaciones pobres son las que más sufren las consecuencias”.
Por ello, reconocieron “la necesidad de promover comunidades resilientes” en las que se disminuya “la exposición a la contaminación del aire, incluso reduciendo las emisiones en áreas urbanas”.
Identificar cuáles son los impactos directos en la salud de las personas como consecuencia de estos factores medioambientales también es otra de las prioridades incluidas en la declaración, así como “promover el uso de sistemas de alerta temprana meteorológicos y climáticos” para empeorar la salud de la gente.
Otras cuestiones que se han puesto sobre la mesa han sido cómo “salvaguardar la protección de la salud de los trabajadores durante las emergencias y en las zonas afectadas por conflictos”, la resistencia a los antimicrobianos (AMR) o la erradicación definitiva de la polio a nivel mundial.
También cómo implementar “sistemas alimentarios que respalden dietas saludables y sostenibles, asegurando la seguridad alimentaria y la nutrición para todos, incluidas las poblaciones vulnerables y marginadas”.
Además de Lorenzin, en las reuniones han participado la representante de Estados Unidos en materia de Sanidad, Jenifer Healy, el vicesecretario de Salud Pública y Comunitaria de Reino Unido, Steve Brine, la ministra de Sanidad de Francia, Agnès Buzyn, la secretaria de Estado alemana, Annette Widmann-Mauz, la ministra de Sanidad de Japón, Michiyo Takagi, y la de Canadá, Ginette Petipas Taylor.