Al conmemorar a los fieles difuntos, el Papa Francisco clamó porque “nunca más” se perpetúen las guerras, porque sólo se trata de “matanzas inútiles” que producen cementerios y muerte, dijo.
El Papa hizo su plegaria durante el sermón improvisado que pronunció en una misa que celebró en el Cementerio Americano de Nettuno, una localidad ubicada al sur de Roma, donde se encuentran sepultados soldados y enfermeras estadunidenses caídos durante la Segunda Guerra Mundial.
Cuando llegó al lugar, el pontífice recorrió en silencio las tumbas de las víctimas y colocó varias rosas blancas sobre las cruces de mármol, ubicadas una junto a la otra sobre un cuidado prado.
Con ese gesto recordó a los siete mil 861 militares que perdieron la vida en las batallas que iniciaron en enero de 1944, tras el desembarco de las tropas aliadas en el puerto de Anzio.
El Papa recordó a la anciana que, mirando las ruinas de Hiroshima devastada por la bomba nuclear, con resignación, pero con tanto dolor, con la resignación lamentosa que saben vivir las mujeres decía: “los hombres hacen todo para declarar y hacer la guerra y al final se destruyen a sí mismos”.
“Si hoy es un día de esperanza, también es de lágrimas. Lágrimas como las que derraman las esposas y las madres que durante los conflictos mundiales veían enviarse una carta con la trágica frase: Usted, señora, tiene el honor que su marido fue un héroe de la patria”, abundó.
Advirtió que esas lágrimas no deben ser olvidadas por la humanidad, una humanidad que por orgullo “no ha aprendido la lección”, y que “parece no querer aprenderla”.
Sostuvo que muchas veces en la historia los hombres piensan hacer una guerra convencidos que llevarán a un mundo nuevo, que harán una primavera y, en cambio, terminan en un invierno frío y cruel, un “reino del terror y de la muerte”.
“Esta es la guerra y este es su único fruto: la muerte. Del futuro, de los jóvenes, de los niños inocentes”, señaló. Por eso invocó la “gracia de llorar”, e invitó a rezar por las demasiadas víctimas que mueren en las batallas de cada día en esta “guerra a pedazos” que está lacerando el mundo.
Tras la misa, el Papa se dirigió al complejo de las Fosas Ardeatinas, que surge donde fueron acribilladas 335 personas el 24 de marzo de 1944 como represalia por un atentado de la resistencia contra los soldados alemanes de las SS en vía Rasella.