Después de combatir por décadas y firmar un acuerdo de paz con el gobierno de Colombia, los antiguos guerrilleros de las FARC están construyendo ciudadelas en selvas y montañas para reintegrarse a la sociedad con un modelo comunitario que les permita sobrevivir en un país con una elevada pobreza.
Más de 11 mil 300 integrantes de la otrora poderosa guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) entre excombatientes, auxiliadores y presos, avanzan en un complejo proceso de reintegración a la sociedad después de que dejaron las armas y conformaron un partido político con base en el acuerdo de paz firmado el año pasado.
La reincorporación es clave para lograr la pacificación del país sudamericano de 50 millones de habitantes y sepultar la huella de sangre, dolor y violencia que durante más de medio siglo cobró 220 mil vidas y dejó millones de desplazados.
“Este es un proyecto para generar condiciones de vida digna, donde se le debe garantizar a la gente no solamente la vivienda digna, sino también salud, empleo, educación y todo lo necesario para vivir dignamente como una persona”, dijo el miércoles Federico Montes, uno de los dirigentes del Espacio Territorial de Capacitación y Reincorporación de Agua Bonita.
Esta ciudadela está ubicada en medio de una zona de sabanas y selvas del departamento del Caquetá, que por años controlaron las FARC, y cuenta con 65 casas construidas sobre una base de concreto con paredes de placas de cemento y fibra, tejas, ventanas y puertas de aluminio.
El terreno fue arrendado por un particular al gobierno que tiene la opción de comprarlo y cederlo a los desmovilizados.
La ciudadela de casas blancas y coloridas en donde viven unos 250 excombatientes con sus familias -ahora pertenecientes al naciente partido político Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común- cuenta con biblioteca, puesto de salud, tienda comunitaria, panadería, ebanistería, fábrica de zapatos, cultivos de peces, piña, yuca y plátano.