Audio relacionado
En entrevista con Pamela Cerdeira, para MVS Noticias, Emilia Molina de La Puente, magistrada de Circuito y presidenta de la Asociación Mexicana de Juzgadoras, explicó por qué a las mujeres nos matan hasta con un infarto: el caso del secuestro y muerte de Irma Hernández en Veracruz.
Para Molina de la Puente, no se trata de un caso aislado. “Es doblemente grave en la medida en que se deja en absoluta impunidad a las víctimas directas e indirectas, y al mismo tiempo se va normalizando la violencia en la sociedad”, denunció. A su juicio, el discurso gubernamental, incluso cuando proviene de mujeres en el poder, silencia estas muertes y convierte a la sociedad en cómplice por omisión.
La magistrada recordó el emblemático caso de Mariana Lima, en el que la primera versión oficial también fue suicidio. Solo la persistencia de la madre de la víctima logró que la Suprema Corte reabriera la investigación. El resultado: se comprobó que fue feminicidio y se dictó una sentencia de 70 años al responsable.
Te podría interesar
Lo mismo, dice, está ocurriendo con Irma Hernández. “Nos dicen que se infartó. Como si no aguantar la violencia fuera su culpa. Como si los criminales no hubieran querido matarla, y ella hubiera fallado por no ser lo suficientemente fuerte”. Este tipo de narrativas, sostiene, revictimizan y perpetúan la impunidad.
El patrón es encubrir en lugar de investigar
Para Emilia Molina, el problema de fondo radica en que instituciones como fiscalías, policías y gobiernos estatales modifican las causas de muerte para que no cuenten como asesinatos. “En las actas de defunción he visto causas como ‘muerte natural’… aunque haya una bala en el corazón. Si registras un infarto en vez de un homicidio, la estadística cambia. Y si cambia la estadística, parece que también cambia la realidad”, afirmó.
Te podría interesar
Estas decisiones administrativas generan un subregistro alarmante de feminicidios y evitan la presión social que obligaría al Estado a actuar. “No sé si buscan proteger su imagen o a los delincuentes, pero el efecto es el mismo: nos matan dos veces. Primero los agresores, luego las instituciones”, concluyó la magistrada.
Casos como el de Irma revelan cómo, incluso tras la muerte, el sistema puede manipular la verdad y reforzar la violencia estructural. Lejos de erradicarla, la oculta entre cifras frías y discursos de normalización.
