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En entrevista con Pamela Cerdeira, para MVS Noticias, Karina Méndez, corresponsal de MVS Noticias en Culiacán, Sinaloa, aborda el tema de la situación en Sinaloa tras la detención de Ismael “El Mayo” Zambada y el asesinato de Héctor Melesio Cuén.
Un año después del 25 de julio de 2024, la capital de Sinaloa atraviesa una transformación profunda: miedo, desinformación y una percepción generalizada de inseguridad.
La percepción de inseguridad en Culiacán alcanzó niveles históricos. Según datos del INEGI, es hoy la ciudad con el mayor índice de percepción negativa en el país. El miedo ha trastocado lo cotidiano: desde la decisión de a qué hora ir al supermercado, hasta cómo sacar a los niños al parque sin temor a quedar atrapados en una balacera.
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¿Infancia bajo asedio emocional?
Los efectos son especialmente graves en los menores. “Buscas un psiquiatra infantil y no hay citas en cuatro o cinco meses”, denuncia una madre. Tras el COVID, los niños volvieron a escuchar: “no puedes salir”, pero ahora por miedo a la violencia. Padres relatan que deben advertirles: “si no me ves, quédate aquí y no te muevas”, una instrucción cotidiana que antes sonaba a protocolo de emergencia.
¿Cuál es la situación actual en Sinaloa?
El testimonio de los habitantes revela una vida bajo amenaza. Desde asaltos a plena luz del día hasta secuestros exprés con armas largas, incluso afuera de la fiscalía.
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La ciudadanía ha cambiado sus hábitos: regresan a autos viejos, usan gasolina limitada para que los vehículos no sean atractivos para el crimen y hasta mienten sobre las llaves electrónicas para evitar que los delincuentes regresen por el coche.
El caso de Cuén Ojeda es aún más oscuro. A un año de su asesinato, no hay versiones oficiales claras. La Fiscalía estatal dijo que fue víctima de un intento de asalto en una gasolinera, pero fue una carta firmada por el propio “Mayo” Zambada la que reveló que Cuén fue asesinado junto a él. “Si no fuera por esa carta, todos habríamos creído la versión oficial”, sentencia Méndez.
En el centro de Culiacán, comercios han cerrado. Los camiones redujeron rutas y la gente evita salir. “Sí hay detenidos, pero el miedo sigue igual”, dice un ciudadano. La impunidad, el silencio y la falta de respuestas oficiales han creado una ciudad donde la normalidad se sostiene con alfileres.