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En entrevista para MVS Noticias con Luis Cárdenas, Laura Coronado, especialista en cultura digital, habló sobre el caso de Astronomer, empresa cuyo CEO, Andy Byron, fue captado con una subalterna.
El video captado durante un concierto de Coldplay ha dado la vuelta al mundo por mostrar una escena comprometedora en la clásica "Kiss Cam". Este suceso no solo ha despertado la curiosidad del público, sino que ha planteado preguntas de fondo sobre privacidad, anonimato y los límites de la viralidad en tiempos hiperconectados.
Del anonimato al escrutinio público
El fenómeno comenzó cuando una pareja, aparentemente no oficial, fue enfocada por la Kiss Cam durante el show de la banda británica. Su reacción nerviosa despertó sospechas y generó millones de vistas en redes como TikTok.
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Usuarios de todo el mundo iniciaron una investigación digital para descubrir quiénes eran los protagonistas del video, hasta revelar que se trataba de altos ejecutivos de una empresa tecnológica valuada en más de mil millones de dólares.
Lo que podría haber sido un momento fugaz se convirtió en una bola de nieve digital: se filtraron identidades, perfiles laborales y hasta la cuenta de Facebook de la esposa de uno de los involucrados. Las consecuencias incluyeron renuncias, despidos y un escándalo corporativo. Todo por un video tomado al azar en un evento masivo.
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"Muchas veces estas imágenes fuera de contexto, y que nos hacen ver que todos podemos caer, y que tenemos una sociedad ávida de ver quién cae, es lo que hace que esto se vuelva cada vez mucho más exponencial y viral", señaló la Dra. Laura Coronado.
¿Es legal que te graben en un estadio sin tu consentimiento?
Coronado explicó que este caso expone un fenómeno cada vez más común: la erosión del derecho al anonimato. Aunque legalmente puede considerarse que una persona en un lugar público ha cedido parte de su privacidad, existe un límite ético cuando se expone su vida personal a una audiencia global con tecnología capaz de rastrear identidades con facilidad.
"¿Qué sucedió con Coldplay? Una Kiss Cam, que es una práctica que tienen en los estadios, sobre todo de básquetbol, o ciertos deportes como el béisbol, en Estados Unidos desde los 80s, en donde enfocan a estas parejas para que se den un beso. Ya han sido criticadas, sobre todo, por ejemplo, en algunas otras culturas como en Japón, en donde dicen: 'Es que estás forzando a la persona o a la pareja a darse un beso'", explicó la especialista.
"Hay un derecho que se conoce comúnmente en propiedad intelectual como Derecho de Arena. Es decir, cuando tú vas a una plaza pública en donde cualquiera te puede tomar una foto. Vas a un centro comercial, estás en la calle, lo que sucede mucho con Google Maps y Google Earth, que toma estas fotos aéreas, en donde puede salir o no una persona", indicó.
"Entonces, en principio, este Derecho de Arena lo que te dice es 'tú estás aceptando romper esta parte de tu intimidad y tu privacidad al momento en que sales de tu casa, porque cualquiera te puede ver'. Vas a un parque y pues cualquiera puede verte o verme a mí. ¿Qué sucede con este límite? Y hacia allá voy. Lo que dicen las personas que se dedican a privacidad es: 'Es que tú sales y entre la masa te pierdes, y ese es un derecho al anonimato'", agregó.
"Aquí el límite es si se vuelve algo privado o público, porque ahora tenemos todas estas apps de reconocimiento facial. Hasta donde yo me quedé, este video inicial de esta grabación de Coldplay, tenía 130 millones de visualizaciones solo en TikTok, solo en esa cuenta", añadió la Dra. Coronado.
Este tipo de viralidad, alimentada por el deseo colectivo de “hacer justicia” o simplemente de participar en el chisme, revela también una sociedad que busca distracciones frente a las malas noticias cotidianas. Se premia la caída de figuras públicas o privadas que “cometen errores”, y se explotan las redes para amplificar esos momentos.
Coronado señala que si ese esfuerzo colectivo se usara para causas como la búsqueda de personas desaparecidas, los resultados podrían ser profundamente distintos. Sin embargo, la llamada "dopamina digital" que generan los escándalos parece pesar más que el compromiso con temas de fondo.
