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En su colaboración para MVS Noticias con Luis Cárdenas, el periodista Ezra Shabot habló sobre las Elecciones Judiciales, realizadas el día de ayer, y los efectos que enfrentará el país a partir de la creación de un nuevo sistema judicial.
En medio de un clima de incertidumbre política, el analista Ezra Shabot advirtió sobre la complejidad y los riesgos que entraña el proceso de reforma al Poder Judicial impulsado en México. El periodista destacó que, si bien algunos sectores aplauden la medida, otros la rechazan por lo que consideran un "vicio de origen": la forma en la que se pretende elegir a jueces, magistrados y ministros.
Además, señaló que la lógica detrás de esta reforma rompe con los principios tradicionales del sistema judicial, donde históricamente los funcionarios del Poder Judicial ascendían a través de una carrera profesional basada en méritos, experiencia y capacidad para resistir presiones externas. En contraste, la nueva propuesta parece priorizar la militancia política y la afiliación partidista como criterios de selección.
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"Toda esta reforma, finalmente, tiene un vicio de origen, y el vicio origen es que el Poder Judicial no se elige, que jueces, ministros y magistrados tendrían que ser parte de un personal de carrera y no la carrera", afirmó Shabot.
A pesar de que se trató de involucrar a la ciudadanía en este proceso, la participación distó mucho de la que se observa en elecciones presidenciales o intermedias. Según el analista, los partidos políticos, particularmente el oficialismo, jugaron un papel importante, aunque discreto en la movilización electoral, recurriendo incluso al respaldo de beneficiarios de programas sociales.
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El procedimiento, subrayó, resultó complicado para muchos votantes, quienes necesitaron asistencia para comprender cómo marcar la boleta y qué opciones estaban disponibles. Esto evidenciaría una falta de claridad en la ejecución de un proceso que, por su naturaleza, debería ser técnico y profesional más que político y clientelar.
Reforma judicial sin pies ni cabeza: el análisis de Ezra Shabot
Más allá de los resultados inmediatos, la preocupación de fondo se centra en lo que viene a partir de septiembre, cuando deberá implementarse un nuevo sistema judicial que pueda dar continuidad a los expedientes existentes y garantizar la imparcialidad en la impartición de justicia. La falta de experiencia o preparación de algunos de los próximos funcionarios judiciales pone en entredicho la viabilidad de esta transición.
"El problema es cómo transitas hacia un nuevo sistema judicial que te permita, de alguna manera, mantener la continuidad con todo lo que se quedó en los archivos, en los expedientes. Tendrán que resolverlos personas, unas que algo le saben al tema y otras que no le saben al tema", cuestionó el periodista.
Shabot también alertó sobre la posibilidad de que ciertos cargos sean ocupados por personas con vínculos con partidos, grupos de poder o incluso intereses ilegales, lo que representaría un grave riesgo para la legitimidad de la justicia en México. En este escenario, los tribunales podrían volverse espacios sin garantías para los acusados y sin margen real para la defensa, regresando a prácticas inquisitoriales más propias de otras épocas.
El contexto internacional tampoco ha sido ajeno a este fenómeno. Medios como The New York Times, The Wall Street Journal o El País han manifestado preocupación por una reforma que, desde fuera, luce sin dirección ni plan operativo claro. Las críticas coinciden en que el país se encamina a una etapa de caos judicial donde ni siquiera están definidas las reglas del juego.
"Es una reforma judicial sin pies ni cabeza: no sabemos cómo se dará esta transición complejíisma, difícil de entender y mucho más difícil de operar", advirtió Shabot.
Con una transición incierta por delante, México enfrenta un reto mayúsculo: reformar su sistema judicial sin desmantelar sus garantías fundamentales. La incógnita sigue siendo si este proceso podrá sostenerse sin afectar irreversiblemente la calidad y legitimidad de la justicia.
