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En una jornada cargada de simbolismo y sorpresa, el mundo católico recibió con asombro la elección del nuevo Papa: León XIV, el primero de origen estadounidense y miembro de la orden de los agustinos. Más allá del carácter histórico de su nacionalidad o trayectoria, su designación ha sido leída por expertos como una apuesta clara por la continuidad, el diálogo y la renovación espiritual de la Iglesia.
El doctor Jorge Trasloheros, experto en temas religiosos e investigador del Instituto de Investigaciones Históricas de la UNAM, compartió en entrevista con Manuel López San Martín para MVS Noticias una entusiasta interpretación del momento que, según él, “marca un antes y un después”.
“A mí, la verdad, me entusiasma muchísimo el nombramiento. Cuando anunciaron que era León XIV, aquí en casa vimos bedrincos, lloramos, una cosa fabulosa... Está muy lleno de significado que sea León XIV”, expresó Trasloheros con evidente emoción.
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Un nombre con peso histórico: la continuidad con León XIII y la doctrina social
Según el académico, el nombre elegido por el nuevo Papa no es casual, sino que establece un puente directo con León XIII, el gran impulsor de la doctrina social de la Iglesia. “Desde León XIII empieza un proceso de renovación muy profunda de la Iglesia”, explicó, señalando que este nuevo pontificado retoma esa línea al centrarse en la dignidad humana, el valor de la misericordia y una iglesia en salida.
“Cristo ha resucitado, y al resucitar ha dignificado la condición humana en cualquier situación social. El mensaje de un Papa misionero como León XIV está en perfecta sintonía con esto. Fue misionero durante muchísimos años y está totalmente en la línea de la doctrina social de la Iglesia”, apuntó.
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Entre símbolos y estrategia: un pontificado que busca sanar divisiones
León XIV, anteriormente el cardenal Robert Francis Prevost, tiene una amplia trayectoria en América Latina, particularmente en Perú, donde fue obispo de Chiclayo. Habla un español perfecto, lo que, sumado a su orden religiosa, da claves sobre su visión espiritual.
“La espiritualidad de los agustinos es muy cristológica, muy centrada en Cristo. San Agustín decía que el corazón del ser humano tiene hambre de infinito, y solo un infinito lo puede llenar. Esa profundidad espiritual se refleja en el primer mensaje del Papa: ‘Cristo ha resucitado’. Es un saludo que no es decorativo, sino una declaración de rumbo”, explicó Trasloheros.
Para el especialista, la llegada de este nuevo líder no es una ruptura, sino una profundización de la reforma eclesial impulsada por Francisco y un cierre de filas en torno al Concilio Vaticano II.
“Veo una continuidad más profunda, no sólo con Francisco. Veo una clarísima recepción del Concilio Vaticano II, que ha culminado.