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En entrevista para MVS Noticias con Citlali Saenz, en ausencia de Pamela Cerdeira, Óscar Ocampo, director de Desarrollo Económico del Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO), habló sobre la política arancelaria de Donald Trump y las afectaciones que ha provocado en México.
La política arancelaria de Donald Trump ha desencadenado lo que muchos expertos ya catalogan como la mayor reconfiguración del comercio internacional desde la Segunda Guerra Mundial. Bajo un enfoque unilateral, el presidente estadounidense cambió las reglas del juego que históricamente se habían cimentado en la cooperación multilateral.
Óscar Ocampo advierte que “estamos ante un cambio donde el principal promotor del libre comercio es quien está retirando del orden global basado en reglas”. Esta ruptura con el modelo instaurado desde Bretton Woods ha generado una dinámica de “quién puede más”, donde la fuerza económica pesa más que los acuerdos colectivos.
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América del Norte: una integración imposible de romper
El impacto de estas medidas se ha sentido especialmente en América del Norte, región profundamente integrada a nivel productivo. “La integración es tan profunda en industrias como la automotriz, que es imposible de romper”, afirma Ocampo. En este contexto, México ha sido parcialmente excluido de algunos de los aranceles más agresivos, como los aplicados a las autopartes, debido a la interdependencia de las cadenas de producción.
Aun así, el uso de los aranceles no se ha limitado a lo económico. “Aquí los aranceles se vuelven un arma política para presionar a México para detener las caravanas migrantes, para combatir el fentanilo”, señala el especialista. La ambigüedad sobre las métricas de éxito en estos temas genera incertidumbre para México, que se ve forzado a responder a exigencias poco claras.
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Oportunidades estratégicas para México
A pesar de este entorno desafiante, Ocampo considera que existen oportunidades que México debe aprovechar: “México puede beneficiarse, por ejemplo, en relación a su competencia... el comercio de Estados Unidos con China, para todo efecto práctico, está cancelado”. Esto abre una ventana estratégica para posicionarse como proveedor clave del mercado estadounidense frente a competidores como Vietnam o Tailandia, que enfrentan mayores restricciones.
Mirando hacia el futuro, la revisión del T-MEC programada para 2026 se presenta como un momento clave. Ocampo subraya que “México tiene que tener muy claras en la parte defensiva sus líneas rojas” en temas sensibles como las reglas de origen automotrices o el acceso al mercado agropecuario. Pero también insiste en una postura proactiva: “No puede llegar únicamente en una posición de defensa, sino con una actitud propositiva, proactiva de cómo nos podemos integrar más”.
Entre las propuestas están la expansión de las visas NAFTA, la facilitación aduanera y la eliminación de medidas sanitarias con fines proteccionistas. Según Ocampo, “México no está manco”, y debe capitalizar su posición privilegiada en el nuevo orden comercial.
Ante un escenario volátil donde los aranceles pueden cambiar “de un día para otro”, como bien recuerda Ocampo, México debe mantenerse flexible, estratégico y preparado para aprovechar las oportunidades que surgen en medio de la incertidumbre.