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En entrevista para MVS Noticias con Luis Cárdenas, Patricia Sotelo, integrante del colectivo Huellas de Amor, habló sobre el recorrido de medios de comunicación y colectivos en Rancho Izaguirre.
"Como toda madre buscamos a nuestros tesoros, mi compañera encontró un indicio, no sé qué la llevó ahí, pero encontró una placa y algo que le indicó que ahí estaba su familiar", explicó Sotelo, quien detalló el desconcierto y angustia de quienes buscan a sus seres queridos en esa zona. La búsqueda fue un intento desesperado por encontrar pistas que pudieran llevar a la localización de las víctimas, sin embargo, la experiencia resultó ser profundamente frustrante.
¿Cómo fue la visita al Rancho Izaguirre?
La integrante del colectivo Huellas de Amor no dudó en calificar la actividad como un "circo", y señaló que la Comisión de Búsqueda fue la única instancia que les brindó apoyo. "Para nosotros, fue una salida a pasear a un campo, para saber cómo se trabajaba con el cártel. Todo eso fue un horror muy grande", comentó Sotelo, visibilizando las graves irregularidades y la falta de avance en las investigaciones.
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Lo que esperaba ser una jornada de avances, con la presencia de las autoridades, terminó en una decepción. "Esperábamos al fiscal para saber los avances, pero no llegó. Su tarea era organizar otro circo", lamentó Sotelo. Además, denunció que se citó a los medios a una rueda de prensa, pero las autoridades no dijeron nada relevante, lo que aumentó la sensación de impotencia.
El horror de un campo de exterminio
Patricia Sotelo compartió las perturbadoras imágenes de lo que encontró en Rancho Izaguirre, describiéndolo como "un campo de exterminio". De acuerdo con su testimonio, las evidencias encontradas, incluidos los testimonios de los sobrevivientes, indicaron que el lugar era utilizado para fines macabros. "Lo que vimos, hay un laberinto, una alberca para un cocodrilo, un chiquero de puercos, había un tipo gimnasio, una cocina pozolera. Había de todo", afirmó con tristeza.
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A través de un testimonio de un reclutado que logró escapar, Sotelo conoció más detalles sobre las prácticas crueles que ocurrieron en ese lugar. "Nos damos cuenta por un testimonio de un reclutado que pudo salir, no sé cómo, pero a la directora del colectivo le dio esa versión", relató. Sin embargo, la visita al lugar no resultó en una búsqueda efectiva, ya que las autoridades impidieron que las madres se acercaran a ciertos puntos. "La primera impresión que tuve fue la burla", recordó Sotelo. "El pisar el terreno fue un terror. Yo iba con esperanza, pero no me dejaron mover. Todo estaba acordonado", agregó.
La impunidad y la frustración de las madres buscadoras
A pesar de ser un grupo grande de madres en búsqueda, las autoridades no lograron proporcionar la seguridad necesaria para llevar a cabo la investigación de manera eficaz. "Fuimos de 90 a 120 personas, como tres camiones de madres, pero tomaron el rumbo como quisieron", recordó Sotelo. En un momento, la situación se volvió más tensa, especialmente cuando no permitieron que las madres se acercaran a la zona que ellas consideraban crucial. "Me paré frente a ese gimnasio donde tenían las mochilas y les dije por qué no nos dejaban entrar. Me sentí molesta, fue cuando todos se amotinaron", relató con indignación.
Patricia Sotelo, quien lleva años buscando a su hija, se comprometió a continuar con la lucha hasta encontrar a su hija "viva o muerta". "A las personas que buscan les digo que sigamos en la lucha hasta encontrarlos", expresó con determinación. Las madres de desaparecidos siguen enfrentando una realidad dura, marcada por la falta de respuestas, la desinformación y la indolencia de las autoridades ante el Caso Teuchitlán.