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En entrevista con Pamela Cerdeira, para MVS Noticias, ¿de dónde viene la intención de actores políticos de cambiarle el nombre a las cosas? Sofía Guadarrama, escritora y columnista de Opinión 51, lo expone.
En medio del panorama político mexicano, Sofía Guadarrama, escritora y columnista de Opinión 51, reflexionó sobre la creciente tendencia de cambiar nombres en espacios públicos y conceptos políticos como una herramienta para desviar la atención de problemas reales.
“Cambiarle el nombre a las cosas es una estrategia que sirve para mantener distraída a la opinión pública de los temas verdaderamente importantes. Lo hemos visto con ejemplos como renombrar colonias, calles o incluso conceptos históricos. Esto no resuelve nada, pero funciona muy bien para justificar fracasos y mantener a los actores políticos en el centro del debate mediático”, señaló Guadarrama.
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Una estrategia populista que desvía la agenda
Guadarrama expone que esta táctica no es nueva, pero sí eficaz en sociedades con poca educación política.
“Vivimos en una sociedad con una autoestima muy baja. Les siguen vendiendo la idea de victimización, como que los españoles son los malos o qué partidos del pasado como el PRI o el PAN son responsables de todos los problemas actuales. Esto resulta más fácil de aceptar para personas que no ponen en balanza qué es realmente importante en la agenda pública”, comentó.
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En su análisis, la escritora destacó el caso de Tultitlán, donde se propuso un cambio de nombre a calles con connotaciones populistas. Para Guadarrama, esto es un insulto para los ciudadanos. “Imagina vivir en una calle llamada ‘del Bienestar’ o ‘de los Apoyos’. Es como una obra de teatro, pero es la realidad que estamos viviendo en México”, afirmó.
Desviar la atención: una práctica común
Guadarrama recordó un caso reciente donde se pagaron 12 millones de dólares a un grupo musical de mediana relevancia. “Ese escándalo mediático funcionó como distracción mientras se aprobaba una reforma importante sobre prisión preventiva, un tema que debería preocuparnos mucho más. Con esa reforma, cualquier persona puede ser acusada y detenida preventivamente bajo cargos fabricados, una práctica común en este y el anterior gobierno para doblegar empresarios y políticos”, explicó.
La escritora señaló que este tipo de estrategias mediáticas son planeadas para que el público se enfoque en lo banal y olvide lo trascendental.
“Es más fácil discutir el nombre del Golfo de México o de una colonia que analizar el impacto de reformas legales o de malas decisiones de gobierno. Es un juego de distracción, y desafortunadamente, funciona”, concluyó Guadarrama, al responder ¿de dónde viene la intención de actores políticos de cambiarle el nombre a las cosas?