Marzo es el mes del año en el que más trabajo tengo, mencionando que regularmente mi carga de trabajo cualquier otro mes, es altísima, a esto hay que sumarle que ha sido un mes especialmente convulso: la violencia en el estadio en Querétaro, el ataque de Rusia sobre Ucrania, las ocurrencias del bully del Palacio y lo que se sume. A la habitual conversación en rede sociales por los personajes de siempre, hay un pequeño grupo que hay que mencionar, los que tienen complejo de patrón, y les encanta escribirles a las y los periodistas para cuestionarles no sobre su trabajo, sino sobre los temas de los que no han hablado, escrito u opinado. A veces, no hemos tocado un tema, porque no lo conocemos, porque practicamos el atrevido arte de dejar el celular en casa durante todo un sábado y no nos hemos enterado, porque nos falta información, o porque hemos dedicado nuestro tiempo a 500 otros temas que también son importantes, o simplemente porque no nos da la gana. Así fue como llegué al tema central de esta columna, no faltó el mensaje: "¿Y por qué no hablas de Sasha?", seguido de un montón de conjeturas mejor explicadas por los complejos de quien escribió que las razones verdaderas. Y estás son las razones por las que no hablaré de Sasha.
Leí sus tuits poco después de que los publicó, remató diciendo que era lo último que hablaría sobre el tema, así que buscarla para una entrevista me parece innecesario y muestra de falta de comprensión lectora. No quiero hablar de ella, quiero hablar de todas, de cualquier mujer, que decide muchos, muchísimos años después de haber vivido una experiencia, dar su versión y hacerla pública. No quiero escribir sobre Sasha, porque ella era menor de edad, y opinar, juzgar o comentar sobre lo que hizo o dejó de hacer una menor de edad, en cualquier situación me parece patético. No quiero escribir sobre Sasha, porque de quien tenemos que hablar es de Luis de Llano. Tenemos que hablar de él y de todos los hombres que creen que sostener una relación con una menor de edad veinticinco años más chica, está bien. Tenemos que hablar de Luis y de los hombres que aprovechan su posición, en este caso, el poder y control sobre su carrera, para involucrar a mujeres o niñas en una relación. Tenemos que hablar de las relaciones de poder y cómo éste es generalmente aprovechado por los hombres. Tenemos que hablar de todas las personas adultas con poder de decisión que tuvieron conocimiento de ese hecho o estuvieron involucradas y lo dejaron pasar. Preguntar, ¿y en dónde estaba su mamá? es una vez más reforzar la idea de que la responsabilidad está en otros y no en el adulto que decidió empezar una relación así. Además de que demuestra que no leyeron el mensaje completo, la mamá estaba en desacuerdo con una relación, que su hija "quería" y que para terminar con ella, entiendo lo que eso implicaba también para su carrera, la mandó a estudiar al extranjero.
¿Cuántas mujeres hoy no han contado su historia? ¿Cuantas no han identificado todavía que algo no estaba bien? ¿Cuántas callan porque temen que los reflectores se volteen a ellas y no a ellos? ¿Cuántas se detienen por proteger a las otras personas de su vida? Tengan claro que tenemos que hablar de Luis, tenemos que hablar de ellos, de lo contrario, estas historias seguirán sucediendo.