Tomar la ciudad

La glorieta de Colón en la que el navegante fue despojado, mismo espacio destinado a ser ocupado por la escultura de una inexistente mujer indígena, fue ocupada por alguien más.

Madres de personas desaparecidas y víctimas de feminicidio instalaron la "Glorieta Las Mujeres que luchan" en honor a todas las mujeres que con sus luchas han construido historia; el acto se realizó en el espacio donde estuvo la Glorieta de Colon, en avenida Reforma/Foto: cuartoscuro
Escrito en ENTREVISTAS el

Hace poco más de un año, las instalaciones en la calle de Cuba de la Comisión Nacional de Derechos Humanos, fueron tomadas por grupos de víctimas y feministas.

Ambos grupos buscaban lo mismo, respuesta de las autoridades a sus casos, historias que se habían empolvado de desidia e impunidad.

Las mujeres que estaban adentro ya habían transformado el lugar, imaginaban el uso que tendría cada espacio: para dar talleres, para recibir infancias, para atender a quienes necesitarán refugio.

Llegaba ayuda que con la misma velocidad era entregada a quien la solicitara, despensa, ropa, lo que fuera.Fue la mayor representación de la toma de un espacio público vista hasta ese momento, encabezada por mujeres.

A éste le siguieron otros intentos de toma al interior del país así la larga toma del Congreso de Quintana Roo encabezada por mujeres profesionistas, abogadas, que buscaban entre otras cosas, la despenalización del aborto. Este sábado, mujeres agrupadas en la colectiva: Antimonumenta Vivas Nos Queremos, hicieron lo propio.

Monumenta/Foto: cuartoscuro

Ese espacio, en la glorieta de Colón en la que lenta y tramposamente el navegante fue despojado, ese mismo espacio que estaba destinado a ser ocupado después por la escultura de una inexistente mujer indígena, fue ocupada por alguien más.

Las feministas subieron su propia escultura, tampoco representa a una mujer en particular, las representa a todas: a las mamás de las víctimas de feminicidio, a las que buscan a sus desaparecidos, a las violentadas, en fin, a las mujeres que luchan.

Sobre las vallas metálicas que protegían al fugado Colón, escribieron los nombres de varias de estas mujeres, que a la mañana siguiente, el gobierno de la ciudad ya había borrado.

La insistencia por modificar la narrativa del pasado y elegir cómo ocupar estos espacios obedece a la ideología del gobierno en turno.

Su pertinencia puede ser largamente discutida, pero lo que resulta sorprendente e indignante es su afán por borrar el presente.