La Ciudad de México tiene históricamente una forma extraña de resolver sus problemas. A un lado del centro comercial Perisur, sobre avenida Zacatepetl, en el bajo puente de periférico, un carril ha sido históricamente ocupado por comercio informal. Vendedores que sobre sus coches exhiben todo tipo de mercancía, desde pantuflas hasta cachorros, es la escena común. El problema se "resolvió" de la forma más extraña, acotando que de fondo, en realidad no se resolvió, en donde los vehículos se ponían, pusieron una especie de triángulos de concreto que no permiten ya a los vehículos estacionarse sobre la calle a un lado de la banqueta, pero tampoco permiten a los vehículos circular, les quitaron un pedazo de calle. Los comerciantes informales siguen teniendo, aunque ahora en un espacio menor, su Perisur alterno. Los triángulos de concreto se ríen a carcajadas mientras ocupan sin sentido alguno todo un carril del arroyo vehicular.
Eso me recuerda la también brillante solución que se dio a la descarada corrupción que había en las oficinas de licencias. Las licencias dejaron de ser consideradas como identificación oficial, y para que la gente no pagara para brincarse el trámite del examen de manejo, quitaron el examen. Como resultado, automovilistas cuyo único requisito para ir detrás de un volante es haber pagado el trámite. Pareciera hasta conveniente que no conozcan el reglamento de tránsito, serán más fácilmente engañados por los policías tramposos.
Y así como quien no solo no soluciona los problemas de origen, los dirige hacia otro sitio, es la absurda ley seca. La autoridad, además la de la alcaldía, la que no arregla baches, pero sí define si en su demarcación los ciudadanos pueden o no tomar alcohol. Estamos tan acostumbrados a estas decisiones, que hemos dejado de ver lo absurdas que son, además de tener un espíritu autoritario sobre las actividades que incumben únicamente a las personas. Si la SCJN ya determinó que la prohibición de la marihuana atenta contra el libre desarrollo de la personalidad, ¿en qué lugar queda la prohibición a poder o no comprar alcohol en los días que una autoridad local lo decida ?
La razón que justifica la ley seca obedece a evitar accidentes y disminuir el número de conflictos relacionados con el consumo de alcohol. Sin embargo, deja como muestra, la incapacidad de las autoridades para controlar el problema de fondo, el problema no es el alcohol, sino los comportamientos relacionados a su consumo, pero no son generalizados, y tendrían que ser evitados en un entorno de respeto a la ley. Además, en el fondo, como toda prohibición, resulta discriminatoria. Quienes tienen más recursos, tienen alcohol almacenado para consumir cuando quieran, independientemente de lo que al alcalde o alcaldesa en turno se le ocurra. Su "eficacia" termina surtiendo efecto, solo en quienes menos tienen, si es que no pudieron moverse a la alcaldía de al lado para hacer sus compras.