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Kitty Páez: ¿Quién es el narco que interpretó Bad Bunny y que está relacionado con los Arellano Félix?

Uno de los personajes más llamativos de esta entrega es interpretado por el cantante puertorriqueño Bad Bunny.

Los seleccionados eran estudiantes de escuelas privadas.
Los seleccionados eran estudiantes de escuelas privadas.Créditos: Captura de pantalla
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La tercera temporada de Narcos: México, de Netflix, ha vuelto a poner los reflectores sobre una célula criminal poco conocida, pero profundamente inquietante: los narcojuniors, especialmente Kitty Paéz.

Uno de los personajes más llamativos de esta entrega es interpretado por el cantante puertorriqueño Bad Bunny, cuyo nombre real es Benito Antonio Martínez Ocasio. El reguetonero, uno de los artistas más influyentes del momento, da vida a Everardo Arturo Páez, alias “El Kitty”, un joven vinculado a esta peligrosa red de narcotráfico.

“Me encantaron los Narcos originales, así que cuando anunciaron Narcos: México, estaba vendido; me siento honrado de ser parte del programa”, dijo el artista en entrevista con Entertainment Weekly.

¿Quiénes fueron los narcojuniors?

La historia de los narcojuniors comienza en Tijuana, cuando Ramón Arellano Félix, uno de los líderes del cártel que llevaba su apellido, decidió crear un grupo especial encargado de cruzar drogas a Estados Unidos sin levantar sospechas. Para ello, necesitaba jóvenes que no encajaran en el perfil típico del narcotraficante. El encargo recayó en “El Kitty”, quien, aunque no provenía de clase alta, sabía moverse en esos círculos y tenía el carisma necesario para atraerlos.

Los seleccionados eran estudiantes de escuelas privadas, ciudadanos binacionales y jóvenes con apariencia “fresa”, lo que les permitía moverse libremente entre ambos lados de la frontera. Las fiestas organizadas por los Arellano Félix, donde abundaban lujos, drogas y música, eran el escenario ideal para captar a estos jóvenes.

Narcos México 3: Bad Bunny y El Kitty

Uno de los más conocidos fue Alfredo Hodoyan Palacios, hijo de un empresario respetado de Tijuana. Estudió en una escuela católica en San Diego y nació en un hospital estadounidense, lo que le otorgaba ciudadanía. Aparentemente, era el hijo ejemplar: discreto, educado y con conocimientos empresariales.

En una entrevista de 1996 para el Los Angeles Times, su madre, Cristina Palacios de Hodoyan, negó los vínculos de su hijo con el narco: “Alfredo no es un matón, es un empresario que administra las propiedades de la familia. Si necesita un carro, se lo compro; si está en quiebra, le pago la tarjeta de crédito”.

Sin embargo, las autoridades lo vinculaban directamente con el tráfico de drogas y actividades delictivas bajo el mando del cártel.

La historia de los narcojuniors, retomada ahora por Netflix, vuelve a recordarnos que el narcotráfico no conoce clases sociales. Lo que empezó como una vida de privilegios, fiestas y lujos, terminó en traición, muerte y tragedia.