El caso de las hermanas González Valenzuela, conocidas como Las Poquianchis, marcó un antes y un después en la historia criminal de México. Durante décadas operaron una red de prostitución que sometió a decenas de mujeres y exhibió la corrupción de las autoridades que las dejaron actuar con impunidad.
Su historia ha inspirado múltiples adaptaciones en cine, teatro y literatura, siendo “Las muertas” de Jorge Ibargüengoitia una de las más emblemáticas. Hoy, esa novela vuelve a la conversación gracias a la serie de Netflix dirigida por Luis Estrada, que con humor negro y personajes ficticios revive uno de los episodios más oscuros de la segunda mitad del siglo XX.
¿De dónde eran las hermanas González Valenzuela?
Delfina, María del Carmen, María Luisa y María de Jesús nacieron en Jalisco, en un hogar marcado por la violencia. Su padre, un expolicía porfirista acusado de asesinato, obligó a la familia a cambiar su apellido Torres por González. Tras la muerte de sus padres, con una pequeña herencia abrieron un burdel en El Salto, Jalisco, que sería el inicio de una operación delictiva mucho mayor.
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En 1954 expandieron su red a Lagos de Moreno, San Francisco del Rincón y León, en Guanajuato, donde sus negocios se multiplicaron con la complicidad de caciques locales y funcionarios corruptos.
¿Cómo operaba su red criminal?
Las Poquianchis reclutaban a jóvenes de 14 y 15 años en comunidades marginadas, bajo engaños de trabajo como empleadas domésticas o meseras. Una vez en sus burdeles, eran sometidas con violencia y chantajes hasta quedar atrapadas en un ciclo de deuda imposible de saldar.
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Las víctimas sufrían maltrato físico, encierros, palizas y explotación sexual. A las que enfermaban, se volvían “inservibles” o quedaban embarazadas, las asesinaban. Sus propiedades se convirtieron en cementerios clandestinos donde también aparecieron restos de niños.
¿Qué llevó a su caída?
El imperio criminal terminó en 1964, cuando una víctima logró escapar y denunció ante las autoridades. Delfina y María de Jesús fueron arrestadas en un burdel de Guanajuato, Luisa se entregó después y Carmen había muerto años antes.
Los crímenes salieron a la luz con un saldo de al menos 90 víctimas, aunque expertos consideran que la cifra real fue mucho mayor. La cobertura de medios como Alarma! exhibió la colusión de políticos y policías, pero nunca se determinó con exactitud el grado de protección oficial que permitió su larga operación.
¿Qué sentencias recibieron?
Delfina y María de Jesús fueron condenadas a 40 años de prisión, mientras que Luisa recibió 27. Los cargos incluyeron homicidio, secuestro, violación, lenocinio y asociación delictuosa. Sus cómplices, entre choferes, capataces y exmilitares, enfrentaron penas de entre seis y 35 años.
El caso de Las Poquianchis permanece como uno de los capítulos criminales más brutales y estremecedores en la memoria de México, recordado no solo por la violencia ejercida, sino por la corrupción que lo hizo posible.
