Óscar Chávez, el juglar eterno...

El artista fue ampliamente conocido tanto por su talento musical como por su manera de comprometerse políticamente con ciertos movimientos.

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Óscar Chávez nació en la Ciudad de México el 20 de marzo de 1935. Durante un tiempo vivió en la colonia Santa María la Ribera, a la cual volvería muchos años después para ofrecer, como siempre supo hacerlo, su música al público; sin embargo, el camino entre su infancia y el retorno a su barrio estuvo plagado de anécdotas que lo llevaron a convertirse en una de las personalidades más queridas de aquel rumbo y de nuestro país.

Impulsado por la pasión hacia los escenarios, de los que nunca en su vida se alejó, comenzó a estudiar Teatro en la Escuela de Arte Teatral del Instituto Nacional de Bellas Artes y en el Teatro de la UNAM. Dirigió obras como Un hogar sólido y Ventura Allende, de Elena Garro y Coloquio Nocturno, respectivamente.

Encaminado en el sendero del arte dramático, actuó en la película Los Caifanes en 1966. El filme no sólo le valió dos premios: La Diosa de Plata y El Heraldo, sino que le trajo el apodo con el que fue conocido toda su carrera, “El Caifán Mayor”.

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Hace más de 50 años su relación con la guitarra y el cantó floreció en los pastos de las islas de Ciudad Universitaria, según lo declaró él mismo en una entrevista realizada por la Secretaría de Cultura de la Ciudad de México.

Su canto nunca ocultó su apoyo y simpatía hacia los movimientos sociales. La protesta estudiantil de 1968 le inspiró a escribir algunas letras que finalmente fueron conjuntadas en el álbum México 68. Uno de los temas que ahí apareció fue “Flor Roja”, mismo que surgió de una carta que una muchacha llamada Margarita le envió; en ella relataba su experiencia durante la masacre del 2 de octubre.

El cantante también se relacionó con otros movimientos, uno de los más conocidos fue el apoyo al Ejército Zapatista de Liberación Nacional en Chiapas. De acuerdo con una entrevista que el artista ofreció hace algunos años, su decepción por la postura de izquierda y en general por los movimientos políticos nacionales lo llevaron a dejar de simpatizar con algún partido.

Una voz que no se apaga…

A pesar de la decepción que Óscar Chávez llegó a sentir por el sistema político mexicano, él no se sintió sólo en su trinchera pues en alguna ocasión llegó a reconocer que había personas respetables en todos los ámbitos.

Aunque las letras de sus canciones están llenas de referencias a causas sociales, sus temas no se enfocaron únicamente a este tipo de aspectos, sino que abarcaron también el romanticismo que se refleja claramente en canciones como “Por ti”.

Otro de los temas que el público más amó a lo largo de la carrera del artista fue “Macondo”, en el que contó a ritmo de cumbia la historia de Mauricio Babilonia, uno de los personajes de la novela escrita por Gabriel García Márquez, Cien años de soledad.

Entre los espacios donde el público fue testigo de su talento se encuentra el Festival de la OTI, el Polyforum Cultural Siqueiros, el Palacio de Bellas Artes y el Festival Cervantino, entre otros.

El año pasado Chávez regresó a los pastos de Ciudad Universitaria para participar en “Cantares: Fiesta de Trova y Canción Urbana”; sobre esta presentación el músico anotó que para él fue un hecho importante y satisfactorio, pues fue en este lugar y sus alrededores donde comenzó a cantar.

Los ecos de su voz en el micrófono no sólo se dieron en el ámbito musical, pues también participó en programas de radioteatro realizados para la Radio Universitaria. No obstante, sí fue la música la que lo ayudó a recorrer distintas regiones del país, mismas en las que conoció diversos géneros populares de Estados como Oaxaca, Chiapas, Veracruz, Guanajuato, Guerrero, Nuevo León y Yucatán, en los que después se basó para realizar algunas producciones.

Su talento le llevó a ser reconocido no sólo por el público sino por personalidades intelectuales como Carlos Monsiváis, quien en su momento llegó a apuntar: "Él no jerarquiza, y si no le concede igual tiempo, sí le da igual importancia a lo viejo y lo nuevo, lo triste y lo divertido, lo épico y lo sensual".

Durante 1973 Óscar Chávez se convirtió en uno de los primeros cantantes en realizar un concierto en el Palacio de Bellas Artes, más tarde unió su voz a personalidades como Jaime López y grupos como Panteón Rococó y hoy es recordado como la voz que le cantó a más de cuatro generaciones.