Como parte de los trabajos de conservación e investigación en el conjunto arquitectónico conocido como El Palacio, en la Zona Arqueológica de Palenque, en Chiapas, se produjo el hallazgo de una subestructura en el edificio denominado Casa C, así como de una vasta ofrenda, en la Casa E, cuyo elemento más notorio es una cabeza modelada en estuco que representaría al gobernante maya K’inich Janaab’ Pakal, entre otros objetos asociados y vestigios de un estanque que habría funcionado en este inmueble hacia el periodo Clásico Tardío de esta cultura (684 – 720 d.C.).
Lo anterior surge como resultado de la primera etapa de un proyecto integral de conservación que la Secretaría de Cultura, a través del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), y con el apoyo de la Embajada de los Estados Unidos en México, realiza en esta importante edificación prehispánica.
Así lo dio a conocer el director general del INAH, Diego Prieto Hernández, en conferencia de prensa, acompañado de Jorge Gutiérrez, subsecretario de Diversidad Cultural y Fomento a la Lectura de la Secretaría de Cultura, en representación de María Cristina García Cepeda; de Carlos Suárez Argüello, subsecretario de Desarrollo Turístico del gobierno de Chiapas; y de Carlos Morelos Rodríguez, presidente municipal de Palenque.
Con labores de campo iniciadas en mayo pasado, luego de que en diciembre de 2017 se anunciara la elección de este sitio arqueológico como beneficiario del Fondo de Embajadores del Departamento de Estado para la Preservación Cultural (AFCP, por sus siglas en inglés), el Proyecto de Conservación para los Elementos de El Palacio, que dirigen el arqueólogo Arnoldo González Cruz y la restauradora Haydeé Orea Magaña, representa una suma de voluntades en favor de este antiguo legado maya.
Los investigadores detallaron que el descubrimiento se registró durante las labores de conservación encaminadas a atender la acumulación de agua en el patio este de la llamada Casa E, cuyo nivel de piso era casi igual al de la crujía de dicho edificio, lo que en época de lluvia causaba el trasminado del líquido y, a su vez, problemas de humedad en la pintura mural, las firmas históricas y los ornamentos que le son característicos.
“La primera exploración se hizo para buscar el desplante de la construcción y los registros usados por los antiguos mayas para drenar el agua del inmueble, sin embargo, encontramos que los canales originales no desalojaban el agua sino que la concentraban en el patio”, explicó Arnoldo González.
Posteriores trabajos ubicaron la mencionada ofrenda, al norte del patio este de la Casa E, casi en la esquina que forma con la Casa B. Los arqueólogos Benito Venegas Durán y Wenceslao Urbina Cruz detallaron que estaba integrada por un primer nivel de fragmentos de alabastro —material que no había sido localizado en ofrendas de Palenque— y por la cabeza estucada, de tamaño y estilo naturalista, que se sabe formó parte de algún decorado arquitectónico, aunque se desconoce su procedencia.
“Bajo ella encontramos cuatro vasijas semicompletas de la fase Murciélagos, que es del periodo Clásico Tardío, y coincide con los últimos años del reinado de Pakal”, anotó Venegas
Sabiendo que Pakal “el Grande” gobernó hasta su muerte, a los 80 años de edad, y que el rostro estucado semeja precisamente a un hombre anciano, es muy probable que la escultura lo simbolice. “Cabe destacar a diferencia de otros sitios mayas donde las representaciones son genéricas, en Palenque muchos de los rasgos que vemos en pintura mural o tallas en piedra, son reflejos fieles de personajes específicos”, aunó.
El tercer nivel de la ofrenda reveló un cúmulo de materiales —hasta ahora se cuentan más de 100 lotes que se resguardan, clasifican y atienden en el laboratorio de la zona arqueológica— que incluye figurillas y tiestos cerámicos, huesos tallados, dos perlas, fragmentos de jadeíta, sílex, concha nácar, obsidiana y cinabrio, una pieza de pirita pulida a manera de espejo, así como numerosos huesos de tortugas, róbalos, mojarras, lagartos, tenazas de cangrejos, aves pequeñas y caracoles.
Todos los componentes de la ofrenda aluden a un contexto acuático y de fertilidad. Los arqueólogos del INAH coinciden en que también denotan el alto estatus de los habitantes de El Palacio, pues son bienes ajenos a Palenque que poseían gran valor en la antigüedad.
Entre las piezas resaltan una figurilla que asemeja a un langostino de río y un vaso esgrafiado cuyos motivos (lirios y peces) confirman la vocación acuática del espacio, anotó el arqueólogo William Mex Albornoz, quien estudió este vaso fragmentado ritualmente, es decir, de manera intencional.
De acuerdo con los expertos, el estanque habría estado en el extremo norte del patio y tenido 6.55 metros de largo por 3.50 de ancho, así como entre 20 o 30 centímetros de profundidad, según revelaron las huellas de humedad en las banquetas que lo delimitaban, y un par de bancas de descanso (de 1.30 m de largo por 62 cm de ancho) que se hallaron con estados de conservación distintos y que se contempla sean restituidas dentro del proyecto. Destaca que se ha logrado restituir su función original al estanque, ser un espejo de agua; asimismo, se planea explorar una serie de canales, en el costado noreste, a fin de permitirle desalojar el líquido pluvial como antaño.
Descubren subestructura en la Casa C
Luego de realizar calas exploratorias en el costado poniente de la Casa C, los especialistas localizaron el acceso a una subestructura que data igualmente del periodo Clásico Tardío y habría funcionado en paralelo al inmueble que actualmente pervive en la zona arqueológica.
De acuerdo con el arqueólogo Arnoldo González, dentro de este espacio de aproximadamente 18 metros de largo, se habría buscado simbolizar el inframundo de los antiguos palencanos.
Precisó que, por ahora, no hay indicios de la existencia de alguna tumba en esta subestructura, sin embargo, dijo, sí se han localizado bienes culturales como una nariguera de hueso —en el sector norte— junto con restos de fauna en ofrenda, más otro depósito ritual en el costado sur del inmueble.
Por ahora, aunó, se contempla realizar un estudio estructural en la subestructura, antes de emprender mayores exploraciones en ella. Cabe señalar que el acceso a este espacio estaba rellenado con piedras talladas, por lo que se cree que estas procederían de alguna época anterior al reinado de Pakal, coincidente con el periodo Clásico Tardío.
Atienden problemáticas de conservación desde la raíz
Los trabajos en El Palacio tienen como principal apoyo los 500 mil dólares del AFCP, pero también suma recursos de la Coordinación Nacional de Conservación del Patrimonio Cultural y de dos proyectos del Centro INAH Chiapas: para la Conservación de Palenque y Yaxchilán, y de Investigación del Templo XX de Palenque. Esto permite a los especialistas pasar de un modelo reactivo a uno preventivo que atienda las problemáticas del inmueble desde la raíz.
Haydeé Orea indicó que se ha reunido a un grupo de seis restauradores, siete arqueólogos y 30 trabajadores —habitantes estos últimos de las comunidades aledañas a la zona arqueológica—, a fin de revitalizar paulatinamente al edificio, desde sus cubiertas hasta sus muros, interiores, cimientos y drenes de agua pluvial.
“Nuestra meta es cerrar el ciclo de conservación y no solo dar a los elementos constructivos de El Palacio solidez y resistencia al intemperismo, sino incluso devolverles su función original”.
Ejemplificó lo anterior con la labor que se realiza en la cubierta de la Casa C, en diálogo con el arqueólogo Carlos Varela Scherrer y el restaurador Jorge Coraza Borjas, que consiste en el retiro de juntas y aplanados de cemento, colocados por labores arqueológicas previas, y su reemplazo por entortados basados en cal y arena.
Esta técnica de impermeabilizado, usada desde la época prehispánica hasta la virreinal, emplea sucesivas capas de los citados materiales, las iniciales más gruesas y las ulteriores más delgadas, hasta crear superficies lisas y pulidas que impiden el paso del agua, describió Orea al encomiar el apoyo de los arqueólogos, debido a que esta práctica requiere capacitación a los colaboradores y mayor tiempo que la basada en cemento.
Bajo este enfoque de investigación, en los desplantes de las estructuras, en la Casa C, una excavación en el pasillo que separa a este edificio de la Torre de El Palacio, ha revelado una serie de escalones y estructuras subyacentes. Aunque por ahora no se tiene el objetivo prioritario de ahondar en ellos, es claro que datan del periodo Clásico Temprano (200 – 600 d.C.), de acuerdo con un relleno constructivo de cerámica que las sellaba, y el conocimiento de que la Casa C se remonta al siglo sexto de nuestra era, indicó Carlos Varela.
En tanto, las acciones de conservación de la Casa E, supervisadas por el restaurador Constantino Armendáriz Ballesteros, iniciaron con la referida exploración del patio este y la solución, a través del diseño de un nuevo dren de agua, de la problemática de humedad.
Dentro de este espacio, que destaca por contener los mejores ejemplos de pintura mural en Palenque, así como por haber sido sede de la entronización de Pakal hacia 615 d.C. —según da cuenta una lápida oval que lo muestra recibiendo un tocado de manos de su madre, Sak K’uk’—, se realizan labores minuciosas de limpieza y retiro de microorganismos y concreciones en muros centrales y laterales.
Armendáriz comentó que esta primera etapa del proyecto, a finalizar en octubre próximo, permitirá tener superficies más íntegras, lo que coadyuvará a realizar un inventario de la diversidad de manifestaciones pictóricas: motivos florales, diseños geométricos o trazos en negro que, se teoriza, son de carácter fúnebre y se intercalan en los cinco estratos de pintura mural hasta ahora identificados en la Casa E.
Alistan monitoreo a cámara funeraria de Pakal
El Proyecto de Conservación para los Elementos de El Palacio anticipa que en 2019 se atiendan las casas B y D, y en 2020 la Casa A. En paralelo, una segunda línea que los fondos del gobierno norteamericano apoyan es la investigación de la Tumba de Pakal, en el Templo de las Inscripciones.
Actualmente, detalló Haydeé Orea, se trabaja en la obtención de nueva tecnología a fin de hacer un monitoreo preciso de dicho espacio, que además de ser la cámara funeraria más notable de Mesoamérica, constituye un caso extraordinario para la conservación.
“Las paredes de la tumba contienen una serie de relieves que representan a los nueve señores que debían acompañar a Pakal en su viaje al inframundo, pero el estuco en ellos nunca fraguó en términos químicos. Son, pese a su apariencia sólida, muy sensibles a los cambios de temperatura y humedad, a la contaminación e incluso al tacto”.
Desde su descubrimiento, expertos nacionales y extranjeros no han encontrado una solución a este tema, de allí la trascendencia del monitoreo. Asimismo, los registros que se obtengan podrían usarse para desarrollar un modelo en 3D de la tumba, tanto para fines académicos como de difusión en el Museo de Sitio de Palenque, “y brindar a los visitantes una experiencia fiel de acceso virtual a la cámara, pero sin poner en riesgo a este importante bien patrimonial”, concluyó la restauradora.
A la presentación de los hallazgos asistieron Pedro Francisco Sánchez Nava y Liliana Giorguli Chávez, coordinadores nacionales del INAH, de Arqueología y de Conservación del Patrimonio Cultural, respectivamente, y los directores de los Centros INAH de Chiapas, Tabasco, Campeche y Yucatán: Juan José Solórzano, Juan Antonio Ferrer, Antonio Benavides y Eduardo López Calzada, respectivamente.