Durante décadas, el pequeño museo de Elna, en el sur de Francia, armó una colección de obras del pintor local Étienne Terrus, principalmente óleos y acuarelas de los paisajes y construcciones de la región.
Pero lo que una vez fue una fuente de orgullo se convirtió en un bochorno, cuando se descubrió que 60% de ellas eran falsificaciones, dando una lección sobre los peligros de comprar arte sin contar con habilidades específicas y sobre la ubicuidad de los lienzos falsificados.
“Saber que la gente visitó el museo y vio una colección que en su mayoría era falsa, es malo. Es una catástrofe para el municipio”, lamentó el viernes el alcalde Yves Barniol al reabrir el museo y su exposición de las obras de Terrus –sin las falsificaciones–.
El Museo Terrus de Elna empezó a coleccionar sus obras en los años 1990 y en los últimos cinco adquirió 80 nuevas obras, a veces gracias a recaudaciones locales.
Algunos de los habitantes locales que contribuyeron lamentan ahora haber sido tan ingenuos al conceder decenas de miles de euros a comerciantes locales de arte y coleccionistas privados.
Un panel de expertos consideró que, de las 140 obras del museo, 82 eran falsificaciones, lo que provocó una pérdida de unos 160 mil euros (200 mil dólares) a la localidad.