La poesía “hace que un día sea, pese a todo, un poco más luminoso”; los poetas nos ayudan a seguir avanzando por la vida, sostuvo el escritor mexicano Benito Taibo al presentar su libro De la función de las gitanas en la 39 Feria Internacional del Libro del Palacio de Minería.
A lo largo de sus 80 páginas, la publicación –originalmente dada a conocer en el 2002 y reeditada por la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM)– da cuenta de los nombres y las situaciones personales de quien la escribió. Algunos poemas fueron escritos en homenaje a su esposa Imelda y a César Vallejo, aunque admitió que entre sus mayores influencias se halla todo lo escrito durante el Siglo de Oro, mientras Ángel González y Luis Ríos son dos de sus inspiraciones.
El escritor leyó varios de sus poemas entre ellos Selección Natural y Maldición y declaró ser un lector que escribe, recordando junto con el auditorio los inicios de su carrera literaria a los 14 años, cuando decidió dedicarse por completo a las letras.
La poeta y comunicóloga mexicana Claudia Solís-Ogarrio consideró que el conjunto de textos breves devela la humanidad frágil y digna del autor “que todos compartimos: geografías complejas con sus pasiones, tragedias, farsas, ironías y encantos delirantes que demuestran la emocionante y misteriosa experiencia de vivir”.
Lo describió como un urbanita de la Ciudad de México cuya poesía es una celebración a la vida, pues en sus letras habitan recaudadores infernales a quienes encara con lujo desfachatado desde la taza del baño, “su lírica es sagaz, aguda y certera, pero tampoco es una cerbatana teledirigida chorreando veneno, por el contrario, hay un espíritu fino, dulce e irresistible”.
Enigmáticas, medio hechiceras videntes, las gitanas junto con la amenaza de los roba chicos nos infundían miedo de niños. Sin embargo, la pluma de Taibo las convierte en arrolladores sujetos poéticos, en seres que viven con pedazos de colores y lloran junto a la estufa al recordar que nunca un trozo de tierra ha merecido ser llamada patria”.
Solís-Ogarrio sostuvo que la lírica de Taibo representa el desenvolvimiento de una protesta, “pues expresa en la conjura de los necios el presagio de un tiempo de duda peor al que vivimos”.
El maestro Bernardo Ruiz López, director de Publicaciones y Promoción Editorial de la Rectoría General de la Casa abierta al tiempo, citó al poeta y periodista argentino Juan Gelman quien opinó que Taibo siempre ha llamado a las cosas por su nombre, y “se abre a la cotidianidad, se alza y toca dolores, noches de ensueño o sueños turbios, pues su materia es la memoria”.
Representa desobediencia a la vida y a este mundo, no admite el consuelo de la razón, sabe combinar los aromas de la tormenta, además de que tatúa la lluvia y los recuerdos en el centro del ser, demostrando otra vez que la poesía parte del principio de realidad, pero se aparta de él para crearlo.
Ruiz López subrayó que la reedición hecha por la UAM se debe a la amplia y muchas lecturas que desata la propia obra, “hay poetas que son autobiográficos, otros absolutamente descriptivos, pero Taibo produce un gran agrado, una complicidad y complejidad. Creo que aquí podemos acceder a la íntima filosofía del creador”.
A la actividad realizada en la Galería de Rectores acudieron el poeta canadiense Bernard Pozier, acompañado de su esposa la traductora Ana Cristina Zúñiga; el agregado cultural de la Delegación General de Quebec en México Dominique Decorme, y la escritora mexicana Alma Velasco. Posteriormente, el escritor firmó los ejemplares a los asistentes.