La alfombra roja está desplegada y la champaña está en el hielo para la gran noche de Hollywood el domingo, pero la mayor interrogante podría no ser quién ganará sino que cuánta política caerá en el desfile de “La La Land”.
La principal celebración de la industria cinematográfica se divide entre el escapismo y la realidad. El conflicto se refleja en el amplio rango de aspirantes al Oscar por mejor película y una temporada de premios marcada por fieros arrebatos de personalidades de Hollywood sobre inmigración, derechos civiles y la retórica del presidente Donald Trump.
Previo a lo que puede ser la entrega de los Oscar más política en la memoria reciente, cientos de policías y personal de seguridad privado enfrentaban la lluvia el domingo para sellar la zona de seguridad alrededor del Dolby Teathre en Hollywood. Están programadas dos manifestaciones a las afueras del perímetro de seguridad.
Con 14 nominaciones, el musical romántico “La La Land” parece encaminarse a quedarse con una serie de premios de la Academia, incluyendo mejor película, por su carta de amor a la ambición artística y a la propia Los Angeles.
Si la fantasía se impone, “La La Land”, protagonizada por Ryan Gosling y Emma Stone como un pianista de jazz y una actriz luchadora, se convertiría en el primer musical en ganar mejor película desde “Chicago” en 2003.
También se espera que “Moonlight”, un drama sobre la vida y la lucha de un joven negro de Miami por forjar su identidad, tenga una buena noche en un año que produjo un récord de siete nominaciones para actores e historias sobre afroamericanos que van desde genios femeninos (“Hidden Figures”) a matrimonios interraciales (“Loving”), entre otros.
Sin embargo, Hollywood tiene más en mente que la propia película que realiza.
Tras oponerse con vehemencia a la elección de Trump como presidente, celebridades han utilizado la atención obtenida en premios anteriores para denunciar las duras posiciones del republicano en cuanto a inmigración, derechos de personas transgéneros y los medios de prensa.