'No soporto el reggaeton, pero en la ópera también hay machismo': Ramón Vargas, tenor

El tenor considera que el machismo es "una expresión social, más que música", y que traen consigo un mensaje que él no comparte.

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El tenor mexicano Ramón Vargas “no soporta” el reggaeton  ni otros géneros como la banda norteña o el rap, pero reconoce que el machismo no impregna solo las letras de la música moderna, pues en la ópera pasan “cosas terribles”.

“Yo el reggaeton no lo soporto, así como no soporto las bandas del norte de México. A lo mejor me van a odiar, pero no me gusta esa música, no la encuentro cercana, como no me gustaba el rap”, dice Vargas en una entrevista con Efe.

Residente en Viena, este cantante lírico de talla mundial se encuentra en México porque a finales de febrero representará “Lucia di Lammermoor” durante cuatro fechas en el Palacio de Bellas Artes.

Dice que escucha poca música pop porque “no ha evolucionado muchos en los últimos decenios” y pone como ejemplo referentes actuales como Lady Gaga, la última estrella musical del Súper Bowl.

“Esto Madonna ya lo hizo”, cuenta desde el salón de su casa en la capital, repleto de recuerdos, figuras de coleccionista como una gramófono de madera y un piano de cola negro.

Cuestionado sobre el machismo en ciertos géneros musicales, el artista, que se explaya en sus respuestas, considera que estos son “una expresión social, más que música”, y que traen consigo un mensaje que él no comparte.

“Pero visto de otra manera -reconoce- en la ópera también pasan cosas terribles, ni más ni menos, en ‘Lucia di Lammermoor’ hay un extremo machismo. A esta muchacha todo el mundo la maltrata”, incluso Edgardo, el personaje que interpreta el tenor.

Para él, la obra es “muy significativa”, pues con ella obtuvo su primer contrato en Europa como cantante profesional, y cuando debutó en el prestigioso Metropolitan de Nueva York fue con esta pieza que califica como una tragedia a lo “Romeo y Julieta” con “tintes escoceses” e “ideas políticas”.

Con casi 35 años de carrera, Vargas dijo hoy sentirse “muy bien, en forma, de la voz y anímicamente”, y, a sus cincuenta y tantos, bromeó sobre ser “la última estirpe feliz” de las voces de tenor mexicanas de su generación.

Su buen momento profesional queda reflejado en un extensa agenda para este 2017, que lo llevará a la Ópera de Montecarlo y a París, Viena o Parma.

A pesar de su prolífica carrera, Vargas afirmó tener todavía sueños por cumplir, como cantar una ópera en Rusia, donde sí ha dado conciertos, o en China.

En este contexto, el tenor celebró que la actividad operística “se haya acrecentado” y hayan surgido teatros en países como China, Corea o Japón, si bien alertó que esta popularización choca con los recortes gubernamentales en cultura.

De México, aseguró que tiene “una gran cantera de voces y talento”, pues es un país que canta y tiene “muchísima música”.

No obstante, remarcó que aunque han aparecido más escuelas recientemente, lo que falta es más academia: “Lo que necesitamos son formar cantantes íntegros que tengan los conocimientos necesarios para poder presentarse en grandes escenarios”.

Admirador de Luciano Pavarotti (1935-2007), Vargas desmitifica también el actual mundo de la ópera, donde los divos han bajado del olimpo para, asegura, competir sanamente para ser mejor que el otro.

“Estos viejos tiempos en que cuando pasaba el cantante y veía el cartel del rival en el teatro lo arrancaba, ya pasaron. Existe una rivalidad, pero yo creo que es una rivalidad musical, y finalmente las diferencias nos hacen superarnos”, concluye con sencillez.