Para el cineasta mexicano Guillermo del Toro, la maldad humana es infinitamente más temible que la de los monstruos, de ahí que los monstruos de sus películas no son los malos, incluso son más humanos que los humanos.
En entrevista con los medios a propósito del estreno en México de su película “La forma del agua”, en el Festival Internacional de Cine de Morelia (FICM), el tapatío mencionó que su “hombre anfibio”, así como sus otros monstruos, los utiliza como un ente que con su sensibilidad y humanidad genera empatía con el espectador.
“El monstruo lo que hace es decirte que donde tú crees que hay negro, hay blanco, y donde crees que hay blanco, hay negro, porque realmente no hay gente totalmente blanca o totalmente gris”, expuso el director de películas de referencia universal como “El laberinto del fauno”.
A través de su peculiar sentido del humor, Del Toro sostuvo que en la vida lo peor es que alguien te crea un santo o un diablo, “porque los dos lugares más solitarios son el sótano y el pedestal”, de ahí que sus monstruos en apariencia sean terroríficos, aunque en realidad no son los malos.
Ambientada en 1963, durante la Guerra Fría, la película, que llegará a las pantallas cinematográficas nacionales el 12 de enero próximo, cuenta una historia de amor poco usual, en la que “Elisa”, una empleada de la limpieza que es muda, entabla una relación con un hombre-pez que vive encerrado y es víctima de diversos experimentos en los laboratorios secretos del gobierno estadunidense.
“Esta película es un thriller musical, una comedia y un drama sobre una mujer que se enamora de un hombre anfibio durante la Guerra Fría (…) aquí los que parecen malos o diferentes no lo son”, compartió Del Toro, quien comenzó a pensar en este monstruo a los seis años.
Su pasión por los monstruos, explicó el cineasta, surgió de un encuentro casual y a temprana edad de “Frankenstein”, a quien percibió como una figura hermosa, frágil y de gran empatía.
Posteriormente, relató el cineasta, “hice un santoral de monstruos. Vivía en casa de mi abuela mucho tiempo y tenía un cuartito que se llamaba “Club de Monstruos”, luego hice un hombre lobo de peluche cuando tenía ocho años, porque no vendían en aquel entonces”.
Con sus monstruos, el también productor de televisión intenta generar empatía entre las personas, que piensen en el otro, que no lo juzguen por su apariencia. “En México tenemos una vocación de amor al monstruo (…) y lo he hablado con (Alejandro González) Iñárritu y con (Alfonso) Cuarón, la emoción hoy en día es lo más punk, y quiero provocarla a nivel artístico”, mencionó.
Aunque reconoció que a veces su exploración a lo fantástico resulta difícil de vender, dijo estar convencido de que en el cine como en la vida uno debe ser terco y que “si no lo eres es porque tu propuesta no valía la pena”.
“Por ejemplo, no he hecho ‘La montaña de la locura’ y este anillo lo traigo desde que me dijeron que no podría hacer la película. Entonces mandé a hacer este anillo de la universidad ficticia en el año de la exploración de la novela y no me lo quitaré hasta que haga la película o me lo lleve a la cripta”, compartió el cineasta, quien la noche de este jueves ofreció una función de “La forma del agua” a beneficio de los damnificados por los sismos de septiembre pasado.
El monto recaudado la víspera en taquilla en Morelia será destinado al Instituto de Artes Gráficas de Oaxaca y al Centro Fotográfico, que dirige el artista plástico Francisco Toledo.