Conocido por su militancia de izquierda y su obra muralística plasmada en emblemáticos sitios de México como el Hospicio Cabañas, en Guadalajara, David Alfaro Siqueiros es recordado a 43 años de su muerte, como uno de los creadores más emblemáticos del siglo XX mexicano.
Murió el 6 de enero de 1974, dejando un gran vacío en la plástica mexicana que perdió a uno de sus magnos exponentes, quien al lado de Diego Rivera (1886-1957) y José Clemente Orozco (1883-1949) es considerado uno de los iniciadores del muralismo mexicano, movimiento pictórico que le ha dado al país presencia y reconocimiento a nivel internacional.
José de Jesús Alfaro Siqueiros, quien adoptó el nombre de David Alfaro Siqueiros, nació el 29 de diciembre de 1896, al parecer en la Ciudad de México, aunque él se consideraba oriundo de Ciudad Camargo, Chihuahua.
De acuerdo con la Secretaría de Cultura federal, el trabajo de Siqueiros sobresale por la utilización de procesos analíticos y racionales en la producción mural, a través de la imagen cinematográfica, fotografías, maquetas, bocetos, planos y estudios, y el uso de materiales industriales, herramientas y nuevas tecnologías para el desarrollo del arte.
A 43 años de su partida, la obra del pintor y militante de izquierda puede admirarse en los murales del Palacio de Bellas Artes; sus casas de la calle Tres Picos (ahora convertida en la Sala de Arte Público Siqueiros) y de Cuernavaca, Morelos (actualmente La Tallera); la Universidad Nacional Autónoma de México.
El Polyforum Siqueiros y el Antiguo Colegio de San Ildefonso, entre otros importantes espacios, así como en diversos recintos en el extranjero.
Siqueiros, añade, creó un arte público e integral donde la composición, el espacio arquitectónico y la narrativa están dirigidas a un espectador en constante desplazamiento.
Revolucionario en el arte y la política, Siqueiros irrumpió de manera impetuosa en las transformaciones sociales que le tocaron vivir. La oratoria se convirtió en su vehículo predilecto de expresión para manifestar sus ideas desde el seno del Partido Comunista Mexicano, del que fue miembro.
Desataron su forma de pensar agudas polémicas con figuras del arte, la cultura y la política, con las que al mismo tiempo forjó vínculos duraderos, como Gerardo Murillo Dr. Atl y Chucho Reyes, entre muchos más.
Militante del Ejército Constitucionalista, comandado por Venustiano Carranza, y enviado a Europa con el cargo de capitán primero, Siqueiros conoció en París a Diego Rivera, con quien discutió la pertinencia de un arte monumental para el México posrevolucionario.
Utilizó lo mismo el pincel que la palabra y la acción para combatir lo arcaico. Donó al pueblo de México sus dos casas, la de Polanco y la de Cuernavaca, así como su obra mural y de caballete, su biblioteca y su archivo documental, conservados en ellas.
Se sabe que falleció en su casa de Cuernavaca, desde donde fue trasladado el 7 de enero de 1974 al Palacio de Bellas Artes de la Ciudad de México para recibir un homenaje público.
Sus restos fueron inhumados, por decreto presidencial, en la Rotonda de los Hombres Ilustres (ahora Rotonda de las Personas Ilustres) del Panteón Civil de Dolores, en una ceremonia encabezada por el entonces presidente de la República, Luis Echeverría, y su secretario de Educación, Víctor Bravo.