Alejandra “La Locomotora” Olivera fue una figura emblemática del boxeo argentino, reconocida por su fuerza y determinación dentro del ring. Su trayectoria la posicionó como una de las mejores exponentes femeninas del deporte en el país, dejando una huella imborrable entre quienes siguieron su carrera. Su repentina hospitalización generó gran preocupación en la comunidad deportiva y en sus seguidores.
La ex boxeadora fue internada tras sufrir un accidente cerebrovascular isquémico, lo que marcó el inicio de una lucha por su vida que mantuvo en vilo a familiares y amigos. Durante su estancia en el Hospital José María Cullen en Santa Fe, su estado fue delicado pero estable, con signos que indicaban cierta respuesta a los tratamientos médicos. Sin embargo, la gravedad del cuadro hizo imposible su recuperación.
Después de varios días de incertidumbre, Alejandra falleció a los 47 años, dejando un legado de valentía y pasión por el boxeo. Su partida conmocionó al ambiente deportivo y a quienes admiraban su entrega y espíritu competitivo, recordándola como una luchadora dentro y fuera del ring.
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La carrera de Alejandra "La Locomotora" Olivera
Alejandra Olivera peleó en 38 combates profesionales, logrando imponerse en la mayoría con 33 victorias, muchas de ellas por nocaut, y solo unas pocas derrotas y empates. Su primera caída importante fue en una pelea disputada en el Luna Park, donde perdió el título mundial ante Marcela “La Tigresa” Acuña. Ese combate quedó marcado por una polémica, debido a un golpe que Olivera consideró fuera de las reglas.
A lo largo de su trayectoria, “La Locomotora” conquistó seis cinturones mundiales en distintas divisiones, algo poco común en el boxeo femenino nacional. Su primer título llegó en 2006 y desde entonces tuvo claro que quería dejar una huella distinta y ser la primera mujer argentina en ganar múltiples campeonatos en varias categorías de peso.
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Finalmente, en 2015 alcanzó esa meta histórica, obteniendo un reconocimiento internacional. Sus combates decisivos terminaron en nocaut, un reflejo de su fuerza y agresividad en el ring. Algo curioso es que sus primeros guantes oficiales los adquirió recién después de coronarse campeona, ya que en sus inicios tuvo que usar los que le prestaban sus compañeros.
Pasó hambre, pero nunca le faltó el cariño de su familia
Alejandra creció en un hogar donde no sobraba nada. Contaba que de chica soñaba con tener su propio par de zapatillas blancas, mientras caminaba con alpargatas y comía lo que hubiera, muchas veces solo polenta. Pasó hambre, pero nunca le faltó el cariño de su familia, y eso le dio fuerzas para soñar en grande.
Desde muy chica ayudaba a su papá en el campo, aprendió a manejar tractores y hasta a cargar camiones. A los siete años ya trabajaba duro, y eso la hizo fuerte. Esas experiencias fuera del ring fueron las que más la marcaron, incluso más que cualquier pelea que haya tenido.
En 2024, recibió uno de los reconocimientos más importantes de su vida, ya que fue la primera mujer en entrar al Salón de la Fama del Boxeo Sudamericano. Sus seis cinturones se exhibieron en una fundación para chicos que buscan salir de las adicciones, y ahí, con emoción, recibió su homenaje.
La pelea más dura fue fuera del ring
En su juventud, Alejandra vivió situaciones marcadas por la violencia, una etapa difícil que terminó siendo un punto de quiebre en su vida. Tomó la decisión de defenderse cuando la agresión ya no solo la alcanzaba a ella, sino también a su hijo. Fue ahí cuando se animó a cambiar el miedo por acción y empezó a entrenar sin descanso.
El boxeo no fue una elección por gusto, sino una salida posible ante la falta de oportunidades. Tenía muchos sueños, quería estudiar y hacer varias carreras, pero las condiciones no se lo permitían. La vida le cerró varias puertas, y fue el deporte el que terminó abriéndole un camino que no imaginaba.
La disciplina, sumada al entrenamiento con Amílcar Brusa, le permitió canalizar su historia en algo más que peleas ganadas. Con el tiempo, comenzó a compartir su experiencia en redes sociales, donde cada vez más personas buscaban en ella una voz cercana y directa para afrontar sus propios problemas.
Esa conexión con la gente la motivó a estudiar psicología, con la intención de brindar apoyo de una forma más completa. Sabía que muchas personas necesitaban una palabra de aliento o una guía, y quería estar preparada. Decía que gran parte de su transformación fue posible porque un día decidió impulsarse a sí misma.
