Ramón Morales es uno de esos jugadores que dejó huella en Chivas, no solo por su calidad dentro de la cancha, sino también por su carácter y compromiso con el equipo. Aunque no se formó en las fuerzas básicas del club, se ganó el cariño de la afición y se volvió pieza clave durante varias temporadas.
En recientes declaraciones, Morales compartió una historia que pocos conocen sobre un momento complicado que vivió con el equipo en la Copa Libertadores. La tensión llegó a tal punto en un partido contra Boca Juniors que el ambiente se volvió tan intenso que casi se desata una situación peligrosa y trágica con la afición.
El día que Chivas hizo historia en Argentina
Ramón Morales no solo recuerda aquel partido como uno de los mejores en lo futbolístico, sino también como una de las experiencias más intensas que vivió como jugador profesional. La entrega del equipo fue total y, por primera vez, sintió que la afición de Chivas vibraba con el espíritu de la Copa Libertadores, uno de los torneos más apasionantes del continente.
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Sin embargo, el ambiente hostil en Argentina superó cualquier expectativa. Morales relató que el trayecto del hotel al estadio fue como el de un reo, pues viajaban en un camión blindado porque los hinchas locales no paraban de lanzar objetos. La tensión se podía respirar en el aire, y la seguridad era apenas suficiente para contener la furia de la multitud.
Lo peor llegó al entrar al vestidor. Aunque parecía un espacio seguro, las ventanas pequeñas no resistieron los impactos. Las rompieron desde fuera y comenzaron a lanzar bombas de humo al interior. Fue en ese instante cuando Ramón, con toda su experiencia en la cancha, sintió un miedo real, un temor profundo de que algo grave pudiera suceder antes de que siquiera rodara el balón.
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Es la única vez que he tenido miedo en mi vida. Miedo, miedo de que me pasara algo...
La experiencia fuera del campo fue muy intensa y desde que salieron del hotel, los recibieron con agresiones. Viajaban en un camión blindado, como si fueran presos, porque los aficionados argentinos les lanzaban de todo. El trayecto rumbo al estadio fue muy tenso, con miedo de que algo grave pasara antes del partido.
Antes de que comenzara el juego, en el estadio se escuchaban solo cohetes por más de quince minutos. Todo era ruido, tensión y nervios. Ramón Morales, que fue el capitán en ese partido, intentaba calmar a sus compañeros. Incluso tuvo que hablar con el Bofo Bautista para que no reaccionara tan fuerte a las provocaciones.
Ya ven toda la situación que vivió con el "Bofo". Yo era el capitán de ese partido. En una nomás le dije, ya, pero, güey, calma, ¿te quieres que nos maten o qué? Lo expulsan, se va. Y luego ya después, no sé si se acuerdan, le empiezan a tirar piedras a Chuy Corona, que fue nuestro portero.
Luego pasó algo peor, pues desde las gradas empezaron a lanzarle piedras al portero, Chuy Corona. El árbitro detuvo el partido por un momento y Chuy le mostró una de las piedras. Ramón aprovechó para pedirle al árbitro que suspendiera el juego, porque ya era muy peligroso seguir así.
Sin embargo, el árbitro le respondió que no podía hacerlo, porque si terminaba el partido antes de tiempo, podían atacarlos a él y a Ramón. A pesar de que seguían tirando cosas desde las tribunas, el partido se reanudó y solo después de un rato, el árbitro decidió darlo por terminado. Fue una noche que ninguno olvidó, no solo por lo que pasó en la cancha, sino por todo el miedo que vivieron fuera de ella.
Voy y le digo al árbitro, ya no tenemos garantías. Ya está peligrando nuestra vida y termínalo. Así me contestó: Si lo termino, te matan a ti y me matan a mí.
Fue una experiencia límite que lo marcó como persona y como profesional
A pesar del caos que rodeó al equipo, el partido fue impecable, pues Chivas no solo aguantó la presión, sino que ofreció una actuación inolvidable. Por ello, Morales recuerda con orgullo cómo el grupo se mantuvo unido, concentrado y sin dejarse vencer por el ambiente hostil.
El triunfo deportivo quedó grabado, pero también lo hizo el miedo que vivieron fuera del campo. Ramón no olvida ese momento como algo normal dentro del fútbol: fue una experiencia límite que lo marcó como persona y como profesional. No se trataba solo de ganar o perder, sino de salir bien librados de una situación peligrosa.
